Fuí abriendo lentamente mis ojos a lo que soltaba un bostezo, sentía que había dormido durante años. Al darme cuenta que estaba en una habitación pintada completamente de blanco y solamente había paredes, me levanté de la cama... ¿Flotante? ¿Una cama sin patas? Qué extraño. Golpeé las paredes como psicópata y pegaba gritos a ver si alguien venía a sacarme. Estaba comenzando a entrar en pánico, soy claustrofóbica y no había ni una maldita puerta. ¡Estaba encerrada!
Paré de gritar y me eché para atrás en cuanto una parte rectangular de la pared que estaba golpeando se desliza hacia abajo y aparece un señor con bata blanca en frente de mí. No se veía tan viejo pero tampoco estaba en sus veintes, tenía como cuarenta años.
—¿Quién demonios es usted y qué demonios es este lugar?—Interrogué de mala gana, me relajé un poco al saber que de alguna manera había una puerta.
—Soy el doctor Olms, y estás en el Internado PNE, bienvenida seas—Me habló relajadamente.
Genial, me trajeron a este desgraciado lugar.—¿Dónde está mi amigo?—Necesitaba saber urgentemente dónde se encontraba Deck.
—Oh, el chico con el que te trajeron—Dijo ¿Sorprendido?—Él está bien, al igual que tú, siendo atendido por otro doctor.
—Mire, no me interesa nada de este tipo de protocolo que me vaya a dar ahorita—Mascullé realmente molesta. No quería venir a este lugar.—Déjeme ir, ahora.
—Me temo que eso no será posible, dulzura—Dijo relajado. ¿Me acabó de llamar dulzura? Eso hizo que mi sangre ardiera más.
Me acerqué y traté de golpearlo, pero no podía, algo lo cubría, era como un campo de fuerza, no sabía cómo describirlo.—¿Qué demonios?.
Sin previo aviso me pinchó el brazo con una inyectadora y metió todo ese contenido verde que adentro había.
Me eché para atrás sosteniendo mi brazo izquierdo y haciendo una mueca de dolor.—¿Qué rayos era ese líquido?—Pregunté sobándome el brazo, vaya que sí dolía esa inyección.
—La vacuna de inmunidad—Comenzó diciendo.-Se les aplica a los recién llegados—Informó.—Ahora sígueme, necesito llevarte a mi consultorio para aplicarte las demás vacunas.—Se dió la vuelta y comenzó a caminar.
No quería seguirlo, pero tampoco tenía un lugar al cual ir, además, tenía que conocer bien el lugar y buscar a Deck. Así que lo seguí por detrás, caminábamos por ese pasillo largo completamente pintado de blanco y el suelo de color negro. Habían puras paredes, ni una sola puerta.
De repente, el doctor Olms se detiene y presiona unas coordenadas en una pared haciendo lo mismo que pasó anteriormente, el rectángulo se deslizó hacia abajo y dejó ver un consultorio médico. A penas entré, el rectángulo subió y de nuevo puras paredes, esto era escalofriante.
—Siéntate—Pidió Olms.
Caminé hasta una silla blanca de plástico que allí había y me senté en la misma. Lucía como un consultorio médico real, tenía una camilla y ciertos utensilios médicos.
Observé como Olms tomó una bandeja de diferentes vacunas y se sentó en otra silla de plástico a mi lado.
—¿Quieren matarme o qué?—Comenté viendo todas esas inyectadoras.—¡Son demasiadas vacunas!—Exclamé temiendo por mi vida.
—Usted relájese que no va a morir por unas cuantas vacunas—Dijo serio y me inyectó la primera.
Rodé los ojos, tal vez yo no, pero mi brazo sí. Pensé.
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Internado PNE
Science Fiction"Te arrepentirás de haber nacido". Es lo que todos dentro del Internado suelen escuchar... Pero ¿Qué más queda? ¿Esperar a que llegue alguien que los salve? Quizás... Sin embargo, el tiempo se les agota y sólo una persona es capaz de salvarlo todo y...