Capítulo 17: Conociendo el Área de Experimentación.

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Devuelta dentro del Internado. Rachel se encontraba acomodando los documentos que acabó de leer en orden y los metió en la carpeta para guardarlos en su mochila. Dejó su habitación sin importarle las altas horas y la oscuridad en la que se encontraba el pasillo. Caminó con decisión hasta la luz cegadora y blanquecina del baño. Se paró en seco pensando en si seguir más allá de las vallas o regresarse a su habitación. No tenía sueño y quería conocer a los de su tipo, además de que ya sabía el nombre de chico luz, se llamaba Ben.

Escuchó un ruido extraño proveniente de enfrente, a donde pensaba dirigirse. Con la curiosidad a flor de piel, pasó cautelosamente por cada valla hasta llegar al Área de Experimentación. Siguió de largo por el pasillo hasta el origen de aquel ruido cada vez más estruendoso acompañado de gritos ahogados. Asomó una parte de su cabeza en la esquina, la cual daba a otro salón. Allí a lo lejos se encontraba un chico en una silla que lo sostenía con cuerdas por los tobillos, las muñecas, los brazos y el abdomen. Rachel notó que no se trataba de cualquier chico, era Ben. Sonaba realmente mal el sonido que producía aquella cosa del infierno propio y hacía a Ben retorcerse y producir involuntariamente luz. Pensó en ir hasta allá y ver cómo detener aquél sufrimiento, pero se escondió tan rápido como pudo detrás de la pared al darse cuenta de que habían otras dos personas allí, dedujo que se tratarían de los médicos.

Llenó sus pulmones de aire y tomó la valentía suficiente para entrar en el salón sin ser vista, cosa que no era tan difícil porque todo estaba extrañamente a oscuras. Llegó hasta un escritorio a unos cuantos pasos de los médicos y de Ben, los doctores estaban concentrados en sus libretas anotando quién sabe qué cosas.

—Tu nivel de tolerancia sigue siendo patético—Mencionó uno de ellos acercándose a Ben.—Todavía no eres capaz de tolerar el nivel 4. Debes esforzarte si no quieres un castigo—Dictaminó desconectando los cables de la silla.

El otro dejó la libreta en la mesa junto a otros artefactos y ayudó al primero a quitar las cuerdas que mantenían atado a Ben de la silla. No cayó al suelo porque ambos doctores lo agarraron de los brazos y lo llevaron a rastras fuera del salón. Rachel los siguió por detrás sin ser vista. Llevaron al pobre chico a su habitación y nuestra espía se coló antes de que se cerrará la entrada y se escondió debajo de la cama flotante antes de que se prendieran las luces de la habitación, obra de Ben, por supuesto.

—Será mejor que pongas de tu parte para la próxima—Dijo el señor de los lentes y ambos doctores se retiraron dejando a Ben sentado en una silla completamente adolorido.

Rachel sale de su escondite al ver que no hay moros en la costa y se acerca rápidamente al chico cabizbajo que tiene en frente.—Vas a estar bien, Ben—Asegura mientras coloca sus manos en el pecho.

Luego de un rato, el chico observa a la castaña con una sonrisa en agradecimiento.—¿Qué te trae por aquí arriesgando tu vida?—Preguntó sin apartar la sonrisa.

Rachel se relajó un poco al verlo bien.—Vine a hablar contigo. Ví lo que te hacían. ¿Qué es eso?—Preguntó a fin de encontrar una explicación.

Él miró sus pies por la pregunta y la revelación de que había presenciado todo eso.—En esa silla me aplican los electroshocks. Es por niveles. No logro soportar todavía el nivel 4—Explicó encontrándose con unos ojos aterrados al levantar la vista nuevamente.

—¡Eso es horrible, Ben!—Exclamó alterada y revisando que el chico estuviese completamente bien.

Ben la apartó cuidadosamente. Se sentía bien luego de que Rachel lo curase y además no quería preocuparla.—Rachel, estoy bien. Me has curado—Rió un poco y ella lo miró sin ninguna expresión.—¿Cómo sabes mi nombre?

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