Capítulo 25: Reencuentro.

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Narra Sam.

Estaba tan agotada. Hoy tocó un fuerte día de entrenamiento, y por mi castigo, no podía salir del edificio, así que me dediqué netamente a entrenar.

—Hermano, vamos a dormir ya—Me quejé desde la cama. Él estaba leyendo y por eso tenía la luz encendida.

—No, déjame terminar. Ya casi termino el libro—Dijo sin siquiera mirarme.

Bufé. A veces era tan molesto.

Me levanté con pereza para cerrar la ventana y fue cuando vi luces prendiendo y apagando a lo lejos. También se escuchaba un sonido de alarmas.

—Alexander. ¿Qué ocurre por allá?—Pregunté mirando por la ventana.

—Ah, de seguro es otra emboscada o algo así. Ya se encargarán los otros—Dijo despreocupado.

Fruncí el ceño.—¿Podrías venir a ver, hermano?.

Escuché que bufó y se acercó a la ventana. Lo miré y tenía el ceño fruncido.—Eso no es común en estos días—Murmuró.—¿Será que algo ocurre dentro del Internado? Parece ser allá la cosa.

Sonreí.—¡Vamos a investigar!—Exclamé alegre.

—Estás castigada. Y no nos meteremos en esto—Declaró cerrando la ventana.

—No seas un aguafiestas, Lex—Hice puchero.

—He dicho que no es nuestro problema—Se cruzó de brazos.—Además, mañana es el ataque ¿Recuerdas? Debemos descansar.

No me quedaría con las ganas de una aventura. Lo abracé con fuerza.—Por favor, por favor, por favor, di que siiiii—Supliqué.

—No, Samantha.—Me separó de él.

—Entonces iré yo por mi cuenta—Dije fingiendo molestia y caminé hasta la puerta.

—Samantha, por favor... ¿Por qué quieres buscar problemas?—Se agarró el puente de la nariz como para tratar de calmarse.

—Solamente iremos a ver, Lex. ¡Vamos!—Supliqué otra vez.

Mi hermano resopló y arrojó el libro en su cama.—Voy a ir para que dejes la intensidad—Aclaró. Salté victoriosa.—Pero no podemos bajar por las escaleras ni salir del edificio.

—¿Por qué?—Pregunté.

—Son las 11 de la noche, Sam. Hay vigías en todas las entradas—Explicó.

—¿Entonces qué propones?

Mi hermano miró toda la habitación y paró en la ventana. Oh no podía ser cierto.—Bajar por la ventana.

—¿Estás bromeando? ¡Estamos en el 4to piso!—Dije sin poder creerlo.

Sonrió.—Un par de sábanas amarradas con fuerza bastarán.—Se acercó a su cama y quitó las sábanas, amarrándolas entre sí. Luego repitió el mismo procedimiento con las sábanas de mi cama y unió ambas. A continuación, amarró todo junto en la pata de mi cama, que era más cercana a la ventana, y lanzó el resto hacia afuera.—Ya estamos listos.

Miré la ventana y tragué saliva. Me daba miedo tener que bajar por allí, las alturas me aterraban y ya me retractaba de querer ir a averiguar qué sucedía allá. Lex cerró con seguro la puerta y se aproximó a la ventana para bajar por las sábanas.—Iré yo primero, Sam. Ven detrás de mí—Desapareció de mi campo de visión, por lo que corrí a la ventana y observé que había descendido un poco.

—¡No puedo hacerlo!—Exclamé.

—¡Tú puedes, Sam!—Vociferó Lex para darme apoyo.

Negué con la cabeza, no pensaba bajar por ahí.

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