Sentado impecablemente, con la espalda recta y vista fija en la pizarra; Byung Mae escuchaba la clase de historia de esa mañana, con varios de sus compañeros vagando en sus pensamientos por su aburrimiento.
El chiquillo juntaba sus cejas y torcía sus labios en concentración, ahora más que antes, en especial al descubrir que era un Omega.
Él sabía bastante del tema, o lo suficiente para entender un poco su situación, y porque aquellos niños que eran Alfas parecieran alzar el pecho orgullosos.
Sus padres reaccionaron de diferentes maneras; su madre pareció tensarse, para después sonreírle tranquilo, una expresión que le brindaba cuando se lastimaba o tenía alguna pesadilla; su padre parecía pálido, muy preocupado.
Omega o no, el sería como su madre.
No dejaría que su segundo género fuera un problema, solo estudiaría tan duro como pudiera...
Y así nadie tenía que preocuparse por él.
Hasta su abuela parecía animarle cuando le dijo, aun si se viera un poco pensativa con la revelación. Además, él era bastante maduro, sus padres se lo decían; hasta cuidaba de meterse en problemas a ese niño llamado Min Ahn, que resultó ser un Alfa.
¡El cuidaba a un Alfa!
O más bien evitaba que se metiera en problemas...
Aunque aún no entendía Mae el tipo de relaciones que un Omega y un Alfa podían desarrollar, se sentía fuerte por cuando Ahn acudía a preguntarle cosas.
Y es que el joven Alfa, solía intentar todo lo que le parecía interesante aun si era peligroso, o si ya tenía un brazo fracturado en su haber.
— No entiendo eso de ser un Alfa— le confeso despreocupado, mientras comía su almuerzo en su salón junto a su compañero de mesa que era Mae— Pero no importa, ya lo descubriré— sonrió con todos los dientes a Mae.
— Eso no cambia nada, aun podemos estar juntos— afirma Mae— Seguirás metiéndote en problemas, pero...no creo poder cuidarte como un Alfa lo hace, bueno no sé... ¡Puede que sea más alto que tú!
—Eso es imposible, no lo serás— niega burlándose Ahn.
—No es correcto suponer cosas sin pruebas— refunfuño el Omega.
— Suponer... siempre usas palabras difíciles de recordar— gruñe molesto— Y luego las repites todo el día.
A pesar de no tener tiempo sus padres; Mo y Suni seguían en contacto, enterándose de que sus hijos eran compañeros.
A Min Ahn, le gustaba mucho la compañía de Mae, quien podía verle pintar en silencio, y hasta sorprenderse cuando las manos daban paso a las formas. La pintura era algo que desde pequeño disfrutaba, y que parecía que a los adultos hacía felices; las escenas que se convirtieron en sus favoritas eran las de los cuentos de su madre.
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Maravillosas Heridas [Omegaverse]
Fanfictionchicoxchico, evitala si te incomoda. [Un cuento de maravillas #4] (se puede leer sin el 2 y el 3, pero es necesario leer el primero: maravillosa imperfección) La vida del Omega Keun Hye quizá un poco triste al principio, pero ideal cuando cono...