V. Volviendo a vivir

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Los murmullos, se convirtieron en un sonido de fondo normal; era consciente, que su vida ahora era un elemento de crítica para ojos ajenos, y Shin estaba aprendiendo a simplemente ignorarlo. Después de hablar con Hye, se dio cuenta que muchas veces, hasta lo que una vez fue importante en su vida, es algo que tiene que dejar ir; ese era un hecho, que a pesar de ser una mujer adulta, le costó muchos años, como dolor propio aceptar.

Las personas se llegan y se van en la vida, es un hecho irrevocable, pero el fin de un ciclo siempre es algo conflictivo; más si la partida de alguien, representa el fin de algo que amabas.

Los rumores que corrían sobre su vida en la empresa, no se detendrían y probablemente ya hasta estarían exagerados, pero eso no la mantendría en la miseria, volvería a poner todo su esfuerzo en recuperar su anterior puesto.

Cabe decir, que no todos miraban con pena, o decepción a al Alfa; bueno, mejor dicho existía una persona que gustaba de ver la larga cabellera de Shin deslizarse por sus hombros, además de servirle hasta doble ración en el comedor ejecutivo de la empresa.

Postres claramente fuera del menú, alimentos colocados en los platos de manera primorosa; Yun Yon no era muy discreta con sus atenciones, que Shin no tenía muy claras, en particular porque los Omegas no solían cortejar por iniciativa propia, en otras palabras, la Alfa no sabía que aquella mujer de rostro un tanto redondo y cabellos negros le estaba coqueteando.

Por el lado de la — a veces impulsiva— Omega, también recibía un poco de hostilidad en aquella empresa, que parecía ser algo rígida con las implicaciones del segundo género. Yon también cargaba con algunos rumores, unos que provenían del hecho de ser una de las Omegas mayores trabajando ahí, además de pasar los treinta estando soltera.

No es que a Yon le incomodara, simplemente se encogía de hombros cuando lo escuchaba, y seguía con su trabajo; su gerente parecía no importarle mucho su vida personal, dado que la Omega era quien a veces impulsaba el trabajo de la cocina con su ánimo.

La gente creía que era agresiva cuando quería algo, ella pensaba que más bien jugaba siempre a ganar— un rasgo de su naturaleza, extrañamente competitiva—, así que ser directa con lo que busca, es de lo más normal en su vida: esperar a Shin después de su jornada, no era algo que viera como demasiado directo.

O talvez sí, pero quedarse de brazos cruzados le exasperaba.

Las primeras veces que interactuó con la Alfa, simplemente la saludaba, o le preguntaba qué tal tu día; Shin contestaba educadamente, y ambas se iban por separado, a pesar de que tomaban una ruta de camión común.

Después, la mujer cedió al animoso carácter de la mujer, y las preguntas breves, se convirtieron en pequeñas conversaciones, que terminaron en que se acompañaran en su trayecto a su casa. Shin no usaba su automóvil, le parecía mucho más cómodo el transporte de la ciudad.

Yon agradecía, que ella bajaba después de Shin, así podía estar todo el tiempo con ella; la Omega, era un excelente conversadora, algo cambiante en los temas que tocaba, que podían ir de datos curiosos a comida; pero, la Alfa aun no tenía claro que buscaba la mujer, o más bien no estaba segura de que la estaba siguiendo con interés romántico.

— Eres la persona más extraña que he conocido— le dijo la Alfa cuando se sentaron en el autobús—. No es una crítica, solo que era diferente a todos los Omegas con los que he tratado; no te callas lo que tienes en la mente.

— Soy única, e inolvidable— Río suavemente, con esa voz delicada que la caracteriza, una que contrastaba con lo ruidosa que solía ser—. Pero es normal, ¿sabes?, digo, cuando estas cerca de los cuarenta y probablemente con tu primer amor.

Shin la mira sorprendida, tomando algunos segundo para responder—. ¿El primero?

— El primero, que tu no lo recuerdas— respondió con una sonrisa divertida, cuando Shin ladeo la cabeza, buscando rememorar si se había cruzado con ella antes.

Para Yon, la ser olvidada, no era algo que la entristeciera.


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Yon batía un enorme bol en sus manos, probando en intervalos si la cantidad de agua que agrego para el pastel era adecuada.

Desde que se encontró nuevamente con Shin, sentía su corazón romper al verla tan solitaria, y con toda la carga que los demás ponían en ella; a veces quería llorar ella misma, al ver como Shin mantenía la cabeza en alto, a pesar de todo lo que dicen de ella, o de, hecho de haber terminado algo tan importante como lo era un matrimonio.

Los postres y atenciones que le daba a la mujer, fueron en un inicio por animarla, por agradecerle haber sido una soporte en su niñez; después, al notar que seguía enamorada de esa Alfa, decidió que usaría sus habilidades culinarias para llamar su atención.

Poco a poco, se iba enterando de la verdad en la vida de la mujer con sus breves encuentros; de su sentir con su familia, y de cómo volvió a reconciliarse con su hermano, quien iba a adoptar pronto con su Omega. A Yon le daba gusto, que las cosas mejoraran, aun si fuera de manera lenta.

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Felices fiestas, un pequeño regalo: la historia sale de la pausa :)

A dos capitulos de acabar.

Maravillosas Heridas [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora