30.
-Aún tengo otra pregunta.
-Dímela. -dijo risueño.
- ¿Qué haces despierto a esta hora?
-Quería verte.
Sonreí contra el colchón.
-Oye, me pasas mi almohada. -le pedí.
Se levantó y volvió con ella. La acomodé debajo de mi cabeza y lo miré. Traía una camiseta simple, lisa y unos pantalones para hacer deporte.
Le sonreí y lo invité a acostarse conmigo. Uy, pero no a esa clase de acostarse.
Rio, lo más probable es que estuviera un poco sonrojada.
- ¿Por qué no me besaste ayer? -dije de repente, sin rodeos.
Paso un mechón de cabello salvaje detrás de mi oreja y sonrió. Eso me confundió más.
-No sé. Algo me dijo que ese no era un buen primer beso, sabes.
Asentí. Me cubrí con las sabanas hasta la cintura. Y le sonreí. Avente la sabana sobre él. Se rio y se tapó hasta la cabeza con ella. Hice lo miso que él y nos reímos.
Pero se quedó viéndome. Solo me veía. Me acarició la majilla y retiro su mano. Se descubrió y quedó mirando el techo.