De algún modo estaba sobre su regazo, con la bata todavía abierta y la mano de Lauren dentro, pero en vez de sentirse amenazada, Camila se sentía profundamente segura, rodeada por el calor y la fuerza de Lauren como si de una ciudadela se tratara. Era una sensación deliciosa, una que jamás había podido disfrutar. Quería hundirse en ella, gozar de aquella libertad nueva, porque era eso, un paisaje enteramente nuevo que se abría ante ella. Pero Lauren quería información, con todo detalle, y la detective Jauregui era muy buena en salirse con la suya. Podía haber resistido la intimidación, pero no aquel silencio de espera que mantenía, un silencio en el que ella percibía tensión. Aquella tensión no se aliviaría hasta que Lauren lo supiera todo, de manera que se lo contó, hasta el último detalle de horror, incluido el sentimiento de culpa que había guardado dentro de sí a lo largo de los años.
Tenía la cabeza apoyada en su hombro y el rostro vuelto hacia la calidez de su cuello. Por alguna razón era más fácil así, como si ella no pudiera ver ni ser vista.
-Me dejó sin conocimiento- comenzó- cuando volví en mí estaba desnuda, tendida de espaldas en el suelo, con las manos atadas a una especie de tubo, quizás un viejo radiador. Masen estaba desnudo también, sentado a horcajadas sobre mis caderas y con el cuchillo en la mano, sonriente y aguardando a que me despertase. Eddie estaba atado a una cuna como a un par de metros de distancia, viéndolo todo.
»Era un niño muy guapo-. Su tono de voz era suave y distante al recordar-. Tenía rizos dorados por toda la cabeza y unos ojos azules grandes y redondos. Estaba muy asustado y lloraba todo el tiempo.
Lauren bajó la vista a su mano apoyada en el vientre de Camila, que casi lo cubría completamente. La idea de que Masen le viese así y que utilizase un cuchillo contra su cuerpo suave, esbelto, femenino, era tan insoportable que apenas reprimió el gruñido que empezó a surgirle del pecho. Camila parecía haberse olvidado que en aquel momento estaba casi desnuda, con la mente perdida en el pasado, pero Lauren era muy consciente de ello. Aun en su rabia miró aquellos pechos suaves y redondos de tiernos pezones rosados y sintió el deseo quemarle por dentro. Lo controló, lo obligó a mantenerse apartado para poder abrazar a Camila y escucharla. ¿Alguna vez la había abrazado alguien, le había procurado consuelo? Creía que no, y eso contribuía a incrementar su rabia.
-No sé por qué lo hice- prosiguió Camila, con la con la cabeza apoyada confiadamente en el hueco de su hombro-. Pero algo dentro de mí se negó... No pude rendirme a él. Antes habría muerto que darle lo que quería. Él quería que le suplicara, pero yo no estaba dispuesta a hacerlo. Quería que yo tuviera miedo, y lo tenía, pero no permití que él lo viera. Me reí de él. Oh, Dios, me reí de verdad. Él me hirió con el cuchillo, y yo le grité y le dije que era una patética imitación de un hombre. Él me separó las piernas e intentó metérmelo-. Titubeó incómoda-. Ya sabes... eso, no el cuchillo.
-Ya sé lo que es «eso»- gruñó Lauren.
Camila escondió la cara un poco más en la curva de su cuello.
-No pudo hacerlo, y yo me burlé de él, le dije que no tenía más que un miserable gusano y que él mismo era un miserable gusano. Él se puso fuera de sí, noté que perdía el control, que explotaba todo aquel odio y aquella furia, pero seguí empujando. También sentí lo que experimentaba Eddie, tan aterrado, suplicándome que no permitiera que aquel hombre malo le hiciera daño otra vez.
»Así que seguí riéndome de Masen, dándole patadas todo lo que podía. De algún modo conseguí darle un puntapié entre las piernas, aunque no muy fuerte porque me resbaló el pie en su muslo, pero él... se volvió loco. En un momento determinado estaba sobre mí y al momento siguiente estaba atacando a Eddie, y Eddie chillaba a todo pulmón. Todavía le oigo chillar. Percibí sus sentimientos, su terror absoluto, su agonía. Fue como una ola negra que me inundase, que me invadiese el cerebro, y yo también me puse a chillar. Chillé y chillé, había sangre por todas partes...- Se detuvo, y después de una interminable pausa que duró tan sólo unos segundos, dijo simplemente-. No recuerdo nada más. Eddie murió, y yo morí con él.
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Premonición Mortal
RomanceHabía visto suceder el crimen una y otra vez en su mente, y cada vez obtenía más detalles, como si un viento fuera levantando las capas de niebla y cada vez que emergía de una repetición de la visión, más exhausta que antes, más horrorizada se sentí...