CAPÍTULO 20

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El álbum de fotos resbaló por el suelo, asustando a todos los presentes. Camila estaba de pie, balanceándose ligeramente, con la cara blanca como la cal y las pupilas tan contraídas que sólo se veían dos pequeños puntos negros, pues el chocolate intenso del iris dominaba su semblante.

—Lauren— dijo con un hilo de voz casi imperceptible.

—Oh, mierda—. Lauren se levantó de la silla como un rayo y la abrazó contra si al tiempo que las rodillas de Camila empezaban a doblarse.

— ¿Qué ocurre?— exclamó Lucy alarmada.

Tanto Lauren como Verónica no le hicieron caso, pues toda su atención estaba concentrada en Camila, que respiraba agitadamente, jadeando, y tenía los ojos muy abiertos y fijos, viendo algo que ellas no podían ver.

— ¿Lauren?— dijo otra vez, con la voz teñida de desesperada súplica. Sus manos asieron la camisa de ella, retorciendo la tela.

Lauren la sentó suavemente en el sofá

—Estoy aquí, nena— le dijo, con la esperanza de que ella le oyera—. ¿Está ocurriendo otra vez?— Camila no contestó, y Lauren la sacudió con insistencia—. ¡Camila!

La jadeante respiración se convirtió en sollozos secos, ásperos.

—Me está mirando— dijo con una voz que ya no era la suya.

Lauren no pudo conseguir que Camila reaccionara de nuevo. Permaneció sentada sin moverse, y su respiración se fue normalizando hasta resultar apenas perceptible. Tenía los ojos abiertos y no pestañeaba.

—Mierda— dijo Verónica en voz baja, acuclillada junto a Lauren—. Cuando dije que Camila podía tener una visión aquí tan bien como en casa, lo dije de broma.

—Vero— dijo Lucy con voz muy clara y firme—. ¿Qué está pasando?— El hecho de que no entendiera nada demostraba que Verónica, como de costumbre, había mantenido la boca cerrada y no había contado lo de los poderes de Camila a nadie, ni siquiera a Lucy.

Lauren no apartó su mirada de preocupación del rostro de Camila. Ésta se encontraba fuera de su alcance, y eso no le gustaba, no le gustaba saber que ella estaba pasando por un infierno y ella no podía hacer nada. Había acabado la espera.

—Vero—. Lucy sonó como si estuviera a punto de recurrir a la violencia.

—Adelante— murmuró Lauren distraídamente a Verónica—. Puedes decírselo.

— ¿Decirme qué? ¿Qué le ocurre a Camila?

Verónica se levantó y puso una mano en el brazo de Lucy—. Camila es vidente— explicó en voz baja—. Tiene visiones de los crímenes mientras éstos tienen lugar.

— ¿Vidente?— Lucy le miró furiosa—. Te lo advierto, Verónica Iglesias...

—Es verdad— dijo Lauren. Deseó intensamente que no lo fuera—. Ahora mismo está teniendo una visión. En este momento se está cometiendo otro asesinato.

—Si esto es una broma...

—No lo es— replicó ella sin más.

—No se lo digas a nadie— le dijo Verónica—. Aparte de nosotras tres y de la teniente Selena, no lo sabe nadie más.

Lucy miró nerviosa a Camila.

— ¿Cuánto dura esto?

Lauren consultó su reloj. Eran las 22.36, más temprano que en los dos asesinatos anteriores.

—No lo sé. Media hora, quizá.

La vez anterior, cuando fue asesinada April Meyer, a Lauren le costó más tiempo sacar a Camila del trance. En aquel preciso momento, en algún lugar de la ciudad, otra mujer estaba sufriendo una muerte horrible; Camila estaría ausente hasta que aquello terminara.

Premonición MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora