Epílogo.

2.5K 216 99
                                    

2 AÑOS DESPUÉS

***Narradora***

Eran a mitades de invierno, y la nieve caía con delicadeza y bailando por los vientos sobre aquella casa escondidas entre los bosques.

Varios caían sobre el vidrio de la ventana principal, donde dormía esa mujer de cabellos platinados, Elsa.

La fría brisa la había recibido al abrir los ojos, estiró sus blancos brazos y piernas para girarse a sonreírle a su niño. El primer gemelo en nacer, Eliot.

Se acercó con delicadeza y plantarle un beso en su frente, miró más a la habitación y no había presencia de nadie más, ni en el pasillo. Así que Elsa se puso en pie, tomó una bata de seda color perla y colocarla sobre ella.

Bajó las escaleras de la casa que ella y Jack habían reconstruido, seguía mirando a la sala y a la cocina y aún no había señales de nadie.

Tomó un tiempo para irse a la cocina y tomar un fresca y roja manzana, se acercó a lavar el fruto del lavamanos frente a la ventanilla, y al levantar la mirada, ahí los miró.

Jack estaba sentado entre la gruesa capa de nieva, una pierna arrodillada y otra estirada, con un brazo apoyado sobre su rodilla.

No dejaba de apreciar a su niña, Jatziri, no dejaba de llevarle bolas de nieve a su padre, quien este le sonreía y las hacía mariposas, colibrís y entre otros. En esa escena, el copo de nieve azul brillante, había hecho reír a la pequeña que se lanzaba a los brazos de su padre.

En el rostro de Elsa se dibujó una larga sonrisa, después escuchó los leves pasos de su niño que había terminado de bajar las escaleras.

-Eliot – Elsa salió de la cocina para llegar a su niño.

Llegó hasta su niño, quienes se miraron de los mimos azulados ojos, lo tomó en brazos y caminó a la cocina.

-Buenos días – Dijo Jack entrando a la cocina por la puerta trasera. Donde a su lado, con la mano bien agarrada, estaba Jatziri.

-Buenos días, recuerda que en unas horas llegan.

-Seh – Dijo Jack con los ojos idos al suelo, sabiendo este que no recordaba aquel evento.

Eliot bajó de los brazos de Elsa para llegar a su hermanita, ambos compartían el mismo cabello platinado, pero el de Eliot estaba más apegado al rubio platinado de su madre, mientras que Jatziri al peliblanco de su padre.

Al pasar las horas, ya había llegado el momento en que sonó el último timbre de la visita. Merida e Hiccup.

-¡Hola! – Dijo Elsa al abrazar a Mer, quien llevaba una bebé de 5 meses, a la pequeña, Herilda. Así es, Merida se había recuperado con éxito del hechizo de Gothel, ella teniendo a la más pequeña, ya que meses después de Elsa, llegó Rapunzel.

Ella sentada en el comedor, no dejaba de limpiar la sucia cara de su niño también de dos años, el pequeño Ruy, de cabellos rubios.

-¡Chimuelo! – Dijo Hiccup mirando a la ventana principal - ¡No te vayas lejos!

-Kristoff ¿Podrías ayudarme? – Anna llevaba ya ocho meses de embarazo.

Estaban todos en esa tarde reunidos, compartiendo una cena más. Se habían retirado por un tiempode Guardianes para así dedicarles tiempo a su familia: todos ellos.

-Recuerden que la próxima reunión....... –Dijo Hiccup.

-Es en tu casa – Dijeron al unísono todos los presentes, ya que era una de las mejores casas para organizar comidas.

-Si, bueno recuerden llevarles traje de baño a sus hijos – Dijo Hiccup.

Al anochecer, Elsa estaba en su habitación, respirando el fresco viento de la noche mientras sus amados estaban en el primer piso terminando con el postre.

A sus espaldas llegó Jackson para abrazarla y plantarle un beso en su mejilla.

-¿Cuándo crees que se activen? – Murmuró la platinada mirando a la Luna.

-¿A qué edad pasó contigo?

-A los 8 o 10, no recuerdo – Elsa se giró sobre los brazos de Jackson para quedar de frente a él – No será igual ¿O si?

-No lo sé niña – Jackson le retiró un mechón de su rostro – Por ahora dejemos que gocen su momento. Sabíamos desde el embarazo que iban a traer nuestros genes mutágenos.

-Sólo......

-Hey – Jack ahora coloca su dedo pulgar en su barbilla – Les daremos los mejores cuidados y aprendizajes para evitar que se descontrolen, no dejaré que la sociedad los vea como unas bestias.

-Quiero lo mejor para ellos.

-Al igual que yo – Jack le sonrío de lado – Al igual que para ti.

Elsa y Jack habían concluido con un beso, mientras que en las oscuridades del mismo bosque, pero a las salidas de la ciudad, estaba los ojos verdes entre los subsuelos que antes ya había reconstruido con su colega. 

Estaba jadeando después de correr por tanto y esconderse, ahora sonreía al mirar su victoria.

Llevaba esposas rotas en cada mano después de su victoriosa salida. Miró los rincones negros y en su mano, no dejaba de lanzar al aire y atrapar de nuevo en su mano, aquel frasco de polvos negros y dorados bailando sobre la sangre que recolectaron años atrás.

La Caída Del Guardián. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora