—Sergio ponte una camiseta, ya mis papas van a llegar— dije al entrar a la habitación.
—Ya se va a acabar el programa— dijo señalando el televisor.
—No me importa el programa, cámbiate— conteste y él torció los ojos y siguió viendo el programa.
Al ver que no se movía, camine hacia el televisor y lo apague.
—¿Qué haces? Ya iba a saber quién era A— se quejó.
—Vas a saber quién soy yo enojada si no te cambias ya— dije y el alzó las manos tratando de decirme "calma".
—¿Y Ben?— preguntó mientras se levantaba de la cama.
—Ya está listo hace rato— respondí y él asintió. En eso sonó el timbre— Deben ser ellos, tienes un minuto para estar listo— lo señalé y él volvió a asentir.
Baje las escaleras casi corriendo y fui hacia la puerta principal. Abrí la puerta y me encontré con toda mi familia.
—¡Los extrañe mucho!— exclamé apenas los vi y abrace a mis padres primero, luego hice lo mismo con mis hermanos.
—¡Esa barriga está grandísima!— exclamó ahora mi madre y yo sonreí.
—Entren— dije señalando el interior de la casa.
—Hola Thom— escuchamos la voz de Ben y todos volteamos.
—Hola Ben, ¿Cómo estás?— dijo Thomas con una sonrisa.
—¿Quien es este niño tan lindo?— preguntó mi mamá mientras le acariciaba el cabello a Ben.
—Soy Benjamín— respondió Ben.
—Es el hijo de Sergio— le aclare a mis padres y, al parecer, se sorprendieron.
—¿Hijo?— cuestionó mi padre con una ceja enarcada.
—Si, hijo— conteste.
—Y ¿Dónde está Sergio?— preguntó mi mamá.
—Aquí estoy— dijo Sergio apareciendo detrás de mi— Mucho gusto, Sergio Agüero, pero díganme Kun mejor— se presentó y guiño un ojo. Yo me di una palmada mental en la frente.
—Bueno, Sergio— mi mamá enfatizó en Sergio para tratar de decir que no le diría Kun— Yo soy Klaudia Müller, la madre de _______— se presentó.
—Gerhard Müller— mi padre le extendió la mano y Sergio se la estrechó para luego jalarlo y abrazarlo.
Sergio abrazo a mi padre, quien se quedó inmóvil ante tal reacción de mi novio. Mis padres eran algo anticuados, y estás cosas que estaba haciendo Sergio a ellos no les agradaba en lo absoluto, de eso estaba segura.
Tome a mi novio del cuello de su camiseta y lo hale hacia mi.
—¿Por que no vamos a la sala y hablamos mejor allá?— propuse para romper el incómodo silencio que se había producido.
—Estoy de acuerdo contigo, hija— contestó mi madre.
—Compórtate— le susurré a Sergio cuando mi familia comenzó a caminar hacia la sala.
—No estoy haciendo nada— contestó en el mismo tono que yo.
