5. Heptrianos

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Arianne despertó y fue a su cita con Dean. Estaba nerviosa porque en cuatro días empezaría sus clases con el hermano Motum, por lo que había quedado con Dean para que le resolviera algunas dudas y estar un rato a solas con alguien que conocía de verdad.

Dean acudió puntual a las habitaciones de Arianne, incluso un poco antes de la hora acordada. Arianne todavía tenía que arreglarse, ya que estaba con las ropas de dormir.

Cuando por fin estuvo preparada, Dean ya llevaba unos quince minutos en su cuarto.

Se sentaron alrededor de la pequeña mesa redonda que había, Arianne sirvió unas bebidas y unas frutas y comenzaron a hablar:

-Bien Ari -dijo él-, ¿qué tal llevas lo de la piromancia?

-Yo diría que ya lo tengo controlado a la perfección. Ignis dice que tengo que desarrollar todavía mucho potencial, pero que nunca había visto a nadie aprender la piromancia en tan poco tiempo. Eh, Dean... ¿Me podrías contestar a algunas preguntas? Ya me estoy acostumbrando a estar aquí, pero tengo varias cuestiones.

-Sí, claro -afirmó Dean-, ¿qué quieres saber?

-¿Por qué los Hermanos Encapuchados me tuvieron encerrada en tan malas condiciones si soy la Nigromante? Se supone que a la persona que les va a salvar la vida deberían tratarla mejor.

-No, Ari, de hecho, que te trataran así, fue la clave para que supieran de seguro que eres la Nigromante.

-¿Qué? No te entiendo, Dean.

-Verás, esto es un poco complicado de decir, pero en la celda negra de Násium ha habido varias muertes de niñas. Los Hermanos creían que alguna de ellas era la Nigromante, pero se equivocaron.

-¿Cómo? ¿Dejaron a niñas como yo metidas ahí para morir?

-No debes alarmarte, el Hermano Motum las revivió, ya sabes que él posee ese poder. Simplemente sus memorias fueron borradas por el Hermano Sensum y volvieron a su vida normal. Que tu aguantaras en la celda negra sin morir fue lo más importante. Eso significa que tienes potencial para sobrevivir en situaciones extremas. La celda negra era necesaria, Ari.

Arianne comprendió ese primer dilema, pero muchos más aguardaban en su cabeza, esperando ser resueltos.

-Cuando estaba en la celda, oía gritos constantemente en las habitaciones adyacentes. ¿De dónde provenían esos gritos? ¿Estaban haciendo daño a alguien?

Cuando Arianne salió de la celda negra no se había fijado en que eran los cuartos de al lado, por lo que no podía saber que se hacía en su interior

-Ah, eso. No era nada, Ari -explicó Dean-. Por si no te fijaste, al lado de la celda negra están las estancias de los hermanos Vitae y Radix. Los gritos provenían de ellos. Debes saber que los Dran de Vitae y Radix son los más potentes, por lo que cuando lo ejercen, sufren un terrible dolor aparte del desmayo. Supongo que mientras tú estabas encerrada ellos estarían poniendo a prueba sus poderes en sus estancias.

-¿Y qué hay de ti? ¿Cuándo te uniste a los heptrianos? ¿Cuál es vuestra labor? Cuando estaba en la celda abriste la puerta sin tocarla. ¿Tienes poderes, Dean?

-Verás, cuando estábamos en la cabaña del conserje y vimos al Encapuchado muerto, en realidad no estaba muerto. Era el Hermano Ignis. Llamó tu atención para poder causarte el desmayo y llevarte a la celda negra para probar tus capacidades. A mí me llevó con él, y cuando llegamos a Násium me explicó todo. Yo admiré tanto la labor de la Antiquísima Orden que decidí servirles. Realizamos una especie de ceremonia en la que me convertí en heptriano. Me hicieron leer unas palabras en un idioma extraño sacadas de un libro y algunos poderes no muy potentes me fueron concedidos. Tengo más fuerza, puedo mover algunas cosas sin tocarlas y mis cinco sentidos se han agudizado. Estos poderes son concedidos para ayudar en las tareas de los heptrianos.

-¿Y qué hay de mis padres? ¿Y de los tuyos? ¿Y qué pasa con Nora? ¿No la echas de menos?

- De eso es de lo que te quería hablar.

Dean extendió las manos hacia la puerta, que se abrió al instante y Richard y Judy Wilkinson entraron a las estancias de Arianne.

-¡MAMÁ! ¡PAPÁ! -gritó Arianne.

Arianne corrió hacia ellos y les abrazó como si hiciera diez años que no les veía.

-Hola, cariño -dijo Judy-. Te hemos echado muchísimo de menos.

-¿Cómo está mi pequeño angelito? -preguntó Richard

Antes de que Arianne empezara a hablar, Judy la cortó:

-Bien, cariño. Hemos estado hablando con el Hermano Orbis. Él nos llamó por orden de Ignis. Nos ha contado todo acerca de la Orden y de tu importancia aquí. Cariño, nosotros te queremos, te apoyamos y te defendemos en todo. Tienes todo nuestro apoyo en tus labores para con los Encapuchados. ¡Larga vida a mi pequeña, la Nigromante!

-¡Larga vida a la Nigromante! -repitieron Richard y Dean.

-¿Y vosotros os vais a ir? -quiso saber Arianne.

-No, pequeña -contestó Richard-, nos quedaremos aquí en Másium, contigo.

-Násium, papá, Násium -Arianne rio y volvió a abrazar a sus padres. Después, se giró hacia Dean-. ¿Qué hay de tus padres, Dean? ¿Y de Nora? ¿También están aquí?

-Mis padres sí, Ari -dijo Dean, con un matiz triste en la voz-, pero Nora no. De todos modos he hablado con ella. Hemos cortado, dijo que estaba loco cuando le conté todo lo que nos está pasando.

-Oh, vaya -dijo Arianne-. Lo siento mucho, Dean.

-No te preocupes por mí, tú tienes muchas cosas que hacer Ari. Yo estoy bien, te lo prometo. Servir a la Orden me llena, saber que estoy haciendo buenas labores.

Dean salió de la habitación sin decir nada más. Arianne estuvo hablando con sus padres un tiempo más, puesto que llevaba casi dos meses sin verles.

Al día siguiente fue a ver a Dean a sus habitaciones. Estuvieron conversando largo y tendido. Cuando se despidió de él volvió a su cuarto. No se arrepentía en absoluto de lo del beso.

Por fin, Arianne Wilkinson se sentía feliz en Násium.

La NigromanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora