Miedo.

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-¡Por favor tienen que escucharme!, ¡Yo no puedo tener a ese bebé, no quiero hacerlo, por favor, no me lleven allá!- Gritabas, en desesperación, mientras veías a tu padre echar de manera desordenada algunas prendas de ropa dentro de las maletas.

-¡Papá, no podemos hacerlo!... ¡No podemos regresar allá!... ¡No puedo, no debo tener al...!-

-¡Cierra la boca, (T/N)!- Bramó él, dedicándote una expresión furiosa. 

Te hiciste hacia atrás, asustada.

-¡Vamos a regresar a la ciudad, lo quieras o no, mocosa de mierda!... ¡No pienso permitir esta situación... ¿Qué te crees, eh?!.... ¿¡Piensas que la vida es un juego!?... ¿¡Qué no hay que hacerse cargo de los errores!?... ¡Tú, y el tal Aomine, van a tener que tomar responsabilidad de la gracia que hicieron!- 

Aquello te causaba terror. Imaginarte la cara que pondría el moreno cuando supiese que estabas embarazada... ¿Qué pensaría?... ¿Lo negaría?... ¿Huiría?

-¡No puedo decírselo a Daiki... no puedo estar cerca de él... por favor, no me hagas esto!- Percibiste de inmediato como tus ojos se llenaban de lágrimas, y el nudo en tu garganta te impedía hablar con fluidez.

-¡Ninguna de tus excusas te va a salvar de esto!- Cerró la maleta, y caminó hasta ti con pasos duros.- Ese chico no te obligó a que te acostaras con él... ¿verdad?... ¿o es que acaso él te violó?- 

Tus pupilas recorrieron toda la habitación, en busca de una respuesta que no hiciera enojar más a tu padre.

-N-no... papá... simplemente... sucedió, y ya...- 

-¡Entonces no hay nada que puedas hacer para disminuir tu culpa!, ¡Vas a asumir lo que has hecho... porque no pienso permitir que abortes a ese niño como una cobarde!- 

Esas habían sido las implacables palabras del hombre. Momentos después, ya se encontraban camino a la ciudad. 

En el asiento de atrás, te encontrabas muerta de miedo. No había nada que pudieses hacer... no estabas lista para verlo. Si tan solo eso no hubiese pasado... comenzar una nueva vida era lo único que querías... pero al parecer, nunca serías capaz de liberarte de Aomine. 

Maldecías a tu tía. Ella no debió contárselos sin tu permiso... aunque en el fondo, sabías por qué lo había hecho. Esa mujer estaba consciente de tu estado mental, que era muy frágil. Tenía miedo de que hicieses algo peligroso, y decidió tomar acciones.

Pero esa... ¿Había sido la mejor opción?... 

¿Era seguro que nada malo pasaría ahora?

Llegaron a la antigua casa durante la madrugada. Pudiste darte cuenta de que el lugar se encontraba en muy mal estado, puesto que tus padres no se habían preocupado de venderla, o de dejar a alguien que la cuidase... lo único que les importaba era sacarte de ahí, y recuperarte. 

-Anda, sal del auto.- Ordenó tu papá, abriendo la puerta. 

Tu estabas sentada en posición fetal. No querías salir... si ponías un pié afuera, significaba aceptar el regreso del peli azul a tu vida. El reconocer el pasado. 

-¡Que salgas del auto!- Repitió, perdiendo la paciencia.

-No le grites, por favor.- Intervino tu madre, con un tono y aura fúnebres.- La gente escuchará... así como nos fuimos armando un escándalo, no quiero regresar haciendo otro...- 

El hombre se apartó, y comenzó a abrir la reja de la casa, mientras que ella ponía una mano sobre tu hombro, y se acercaba.

-Hija... sal del auto... ya no hay vuelta atrás...- Dijo, casi en un murmullo. 

Me enfermas (Aomine x lectora) (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora