█ Hijo de la Luna [Kaisoo] █

Capítulo 29

¡Mi hija!

¡Mi propia hija tuvo que ser sacrificada! ¿Por qué? El océano se convirtió en un borrón para mí cuando mis ojos se inundaron de lágrimas. La conmoción de lo que le hicieron a mi bebé hizo que mi corazón se rompiera en miles y miles de piezas.

De repente, un súbito sentimiento hueco se hundió y sentí que mi piel se tornaba fría. Parpadeando, dejé caer una lágrima de mis ojos. Tomando aliento, lentamente bajé la cabeza y miré mi estómago.

Mi bebé...

Puse una mano sobre mi estómago pero no sentí nada. Mi bebé habría estado allí si no me la hubieran quitado.

Mi bebé, que murió protegiéndome. Mi bebé, que fue asesinada sin culpa. Mi bebé, que fue castigada por algo que no hizo.

Cuando todas esas amargas verdades se hundieron derramé más y más lágrimas. Cerré los ojos y lloré por todo. Inicialmente eran lágrimas silenciosas, pero luego se convirtieron en fuertes sollozos chocantes. Abriendo los ojos eché la cabeza hacia atrás, grité presionando mi estómago y por un momento sin fin, me senté allí y lloré, lloré y lloré dejando que todo se fuera.

Estaba sentado viendo el oceano cuando alguien se escabulló por detrás y me tapó los ojos con las manos. Sonreí porque sabía quién era.

- ¡Oh! ¿Quién es? - Fingí ser inconsciente. Como respuesta todo lo que recibí fue una risa emocionada. - Hmm ... ¿Sora? - Dije con broma.

- No. - su respuesta fue seguida por algunas risitas deliciosas.

- ¿Baek? - Le pregunté bien consciente de que no era él.

- No soy él. - se oyó un grito de risa deliciosa.

- Hmm ... ¿quién eres entonces? - pregunté mordiéndome el labio inferior. Entonces de repente, jadeé y dije. - ¿Es mi preciosa bebé? - Le pregunté y de inmediato las manos que cubrían mis ojos cayeron.

Me di la vuelta para ver a mi hija. Ella era hermosa. Una niña pequeña con un sólido cabello negro, ojos marrones y piel cremosa como JongIn. Con un chillido se lanzó contra mí cercando sus brazos alrededor de mi cuello, yo la abracé fuertemente e inhalé su aroma maravilloso.

- Tan hermosa. - murmuré alisando su oscuro cabello.

- Hogar. - dijo sonriendo y yo asentí. Me levanté llevando a mi hija en mis brazos y empecé a hacer camino hacia nuestra casa. - No. - dijo mi hija y la miré confundido. Empezó a retorcerse en mis brazos deseando ser soltado. Suspirando, la dejé de pie en el suelo.

- Allí. - dijo señalando a su derecha. Seguí su mirada y fruncí el ceño cuando vi que era un camino eterno.

- Ese no es el camino a casa - Le dije sacudiendo la cabeza.

- Mi casa. - dijo felizmente.

- No - dije sacudiendo la cabeza.

- Sí - dijo con determinación.

- Bebé...

- Quiero ir a mi casa - dijo y palidecí. Vi a dónde señalaba. No podía ver a dónde conducía pero al final de mi vista había una brillante luz plateada que venía de allí.

- No. - Dije sosteniendo sus suaves y pequeñas manos en la mía. No quería que me dejara.

— Tienes que dejarme ir Apá — dijo con una sonrisa mientras mis ojos comenzaban a llenarse de lágrimas. No quería que fuera allí. Quería que se quedara conmigo.