¡Hola! Os recomendaría que iniciaraís la canción de arriba cuando os avise, poniéndola baja de manera que no estropee la lectura. ¡Muchas gracias! Disfrutad de la lectura <3
—¿Dónde estabas? ¿Ocurre algo?—sus ojos se clavaron en los míos, cambiando su expresión por una preocupada por una milésima de segundo, retornando a la seriedad inicial en un instante.
—No te interesa.
Sus palabras me atravesaron con frialdad; desorientada, me pregunté el por qué de todo aquello.
Lo miré. Él me devolvió la mirada.
Congestionada, busqué en vano algo que decir.
—¿Satoshi...? —apartó la vista, evitándome.
—Ya lo has oído.— Sus orbes reflejaban dolor, los vocablos, inseguridad. ¿Habría yo hecho algo malo? Bajé la mirada hasta encontrar mis pies descalzos. Satoshi comenzó a hablar de nuevo.—A partir de ahora debería dormir en el suelo.—Alcé mi cabeza hasta toparme con él de nuevo; frialdad, ni un sólo sentimiento más que pudiera percibirse. Asentí, algo herida. No tendría sentido insistir en una situación así.
Me recosté sobre la cama, haciéndome un ovillo y enterrándome en la colcha de color salmón, definitivamente, él no solía actuar así; raramente se enfadaba con alguien, conservando esa actitud alegre y despreocupada, por lo que... ¿debería preocuparme por haber hecho algo dañino? Negué con la cabeza, convenciéndome a mí misma de que aquello era imposible.
¿Sería entonces causa de haberse visto frustrado en alguna batalla? ¿Una mala racha? De cualquier manera, debía estar ahí para apoyarlo.
Sentí un ruido tras de mí, acto seguido, el azabache prosiguió para extender unas sábanas en el suelo. Finalmente, se recostó en ellas, de espaldas a mi. No era capaz de ignorarlo.
—¿Qué te ocurre?— mi voz se sintió determinada, suspiré aliviada. El silencio destacó por su vacío.—¿Hice algo malo?
—No lo sé.— la carencia de emoción era apreciable. No solía mantener la calma en este tipo de situaciones, más tendría que tranquilizarme, no quisiera que ocurriera algo parecido a nuestra última discusión.
—¿Quisieras hablar de ello?
—N-no.—me sorprendí ante el titubeo, mas, resignada, no pude hacer otra cosa que no fuera permanecer en silencio. Sin duda, debería meditar bien lo que pudiese pasar aquella noche; ¡hacía media hora estaba feliz! ¿Qué podría haber ocurrido en ese corto lapsus de tiempo?
La seguridad de estar acurrucada entre las sábanas contrastaba con el calor que asolaba aquella noche despejada. Ah, verdaderamente el clima de Alola podía llegar a ser exasperante. Dí una vuelta sobre el colchón. Sin duda, aquella noche iba a ser larga para mí.
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Nunca te rindas, nunca hasta el final- Amourshipping
أدب الهواةSerena, ahora en Hoehn, siente la necesidad de responder a todas sus preguntas, por lo que decide ir a buscar a Ash a Alola.