Capítulo 53

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Gabriel

-Vamos, mueve ese culo- grité perdiendo la paciencia.

-Dejame en paz- volvió a llorar, maldita sea con lo que tengo que lidiar.

-No, ahora mueve ese maldito trasero que sé que puedes mover perfectamente- agarré su brazo con fuerza, me estaba cabreando-     ahora debes hacerme caso. Porque te quedaras conmigo lo que queda de tu estúpida y asquerosa vida.

-¿Qué quieres de mí?

-Maldita hipócrita, tienes cara de preguntar eso- escupí sobre su cara- ¿crees que fue muy fácil para mí salir libre de la policía?

Pues no, tuve que hacer muchas cosas por tu maldita culpa, por tu traición- seguí gritando, me estaba enfureciendo cada vez más con sólo verla y escucharla, y a pesar de verme ileso y como antes del accidente, mi sistema nervioso me pasaba malas jugadas, y con la rabia que sentía,  mi cara se estaba empezando a deformar y tenía que calmarme o me vería ridículo y sin fuerzas ante ella.

-Entra ahora mismo a la casa-rugi.

A paso lento comenzó a obedecerme, pero no tenía mucho tiempo ni demasiada paciencia.

-Muevete! -Maldita seaas!- la empujé con fuerza, provocando una estúpida caída.

Vanessa

Llevaba horas en la misma posición, después de meterme a un cuarto y tirarme al suelo, Gabriel salió enfurecido agarrando su cara.
Mi cuerpo dolía, y me estaba comenzando a sentir mal, mi cabeza dolía exageradamente haciendo de mi visión algo borrosa.
Gustavo, por favor ven- susurré volviendo a llorar por mi falta de libertad, de fuerza, de Gustavo y mis hermanos.

Gabriel

-Mierda, mil veces mierda jodida cara- maldecí golpeando mi frente con la pared de una de las habitaciones.- jodido dolor de cabeza, jodido accidente y maldita estúpida- apreté está vez los dientes.

Por su culpa tengo este enorme dolor facial, y ahora sólo debo esperar que las pastillas hagan efecto lo más rápido posible para volver con Vanessa.

Gustavo

-Vamos chicos apuren- insistía por cuarta vez desde el asiento trasero, con mis nervios de punta. Estaba demasiado mal, mis manos no paraban de temblar y mi boca estaba totalmente seca.

Hace unos minutos habíamos conseguido la ubicación de ese mal nacido y ahora íbamos como ráfaga en su ayuda, aunque me encontraba demasiado nervioso por ver a mi chica bien y sin ningún daño.
La quería desesperadamente a mi lado y moriría únicamente para salvarla y al menos vivir mis últimos segundos junto a ella.
-Gus, se que estás mal y ansioso por llegar y matar a ese cabrón, pero si no callas esa amable boca te dejaré tirado acá mismo-gruño al final el Oficial.

-Bien bien- me tiré hacia el respaldo del asiento mirando hacia el techo del automóvil con esperanzas de que todo salga bien.

-Gus- me habló Drew desde el puesto de copiloto- amigo tranquilo, ya casi llegamos.

-Solo apúrense- suspiré intentando calmar mi angustia. Dios, como te amo Fuster.

Inferno [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora