Capítulo 2 - Violeta

6.1K 624 144
                                    


Saliendo de la conferencia, tomé un taxi y volví a casa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Saliendo de la conferencia, tomé un taxi y volví a casa. Allí encontré a mi hermano, esperando en la puerta de mi edificio con una expresión de fastidio en su cara.

Mi hermano Gabriel y yo nos parecíamos en temperamento, un tanto impulsivos los dos, aunque él era más práctico y radical, mientras que yo era más emocional.

—¿Para qué te compras un celular si no vas a atender las llamadas? —fue lo primero que me dijo.

—Fue solo una llamada, podrías insistir un poco más antes de quejarte.

Pasé por su lado y abrí la puerta dejándolo entrar, él hizo un gesto raro antes de hablar.

—¡¿Una llamada?! —reclamó sacando su propio celular para agitarlo delante de mí—. ¡Cinco llamadas! Y no hice más para no parecer un demente.

Me reí con cinismo mientras esperaba que bajara el ascensor.

—¡Pero si te paraste en mi puerta como un demente!

Entramos al ascensor y me di cuenta.

—Solamente recibí una llamada —comenté.

Empecé a buscar el celular en mi mochila, seguro de que no vibró luego de ponerlo en silencio.

—Creo que me fue mal en el examen —comenzó a contarme—. No estudié los temas indicados. Algunas respuestas hasta las inventé.

Salimos del ascensor al llegar al cuarto piso. Yo seguía revolviendo en mi mochila.

—Si me iba bien comenzaba a trabajar en la revista. Yo ya les había dicho a todos que el examen lo tenía aprobado hace rato. Creí que me iba a ir bien.

Gabriel finalmente se calló para ponerme atención.

—Perdí mi celular —anuncié.

Entramos al departamento y por si acaso vacié el contenido de la mochila en el piso pero no estaba.

—Te compras otro y ya —dijo mientras se acomodaba en un sillón—. Lo mío sí es un problema.

Escuché su drama del examen y la mentira, sin mucha atención, distraído por mi reciente pérdida, hasta que su propio celular sonó. Lo miró y luego me miró a mí.

—Es de tu celular.

Tomé el suyo y atendí. Del otro lado una voz monótona explicó que encontró el celular en una conferencia y que quería devolverlo a su dueño.

—Yo soy el dueño del celular.

—¿El enfermero?

Y con eso supe quién lo encontró.

—No soy enfermero.

No hizo caso de mi aclaración.

—Puedes venir a buscarlo en mi trabajo.

Sin coloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora