--- Ace ---
Eran las nueve de la noche cuando llegamos a la base de la federación. Marco y yo dejamos las motos a un lado del callejón y nos aseguramos de que nadie nos viera golpear con los nudillos una puerta de acero.
En seguida se abrió la ventanilla corredera que quedaba a la altura de nuestras cabezas, y unos ojos pequeños pero no por eso menos penetrantes nos miraron de arriba abajo.
Marco fue quien dijo la contraseña, permitiéndonos el paso al interior del recinto. Uno de los matones de Thatch cerró la puerta tras nosotros.
No me gustaba nada aquel lugar. Estaba todo muy mal iluminado y los pasillos eran demasiado estrechos. Pensé que quizás era por eso por lo que me gustaba visitar tanto a la mocosa.
Seguí a Marco por las escaleras, creyendo que estaría mejor dándole una paliza a la Mafia y no allí, perdiendo el tiempo encerrado entre aquellas paredes frías y mal pintadas.
Llegamos por fin a una habitación ligeramente más espaciosa que el resto. Thatch nos saludó con un gesto de la mano y volvió a centrar su atención en el noticiario. A su lado, Barba Blanca había estado esperando nuestra llegada, sentado en una butaca de cuero.
Me acerqué a él.
-- ¿Me has llamado, padre?
-- Eres consciente de la situación en la que estamos, ¿no, Ace? -- me fulminó con los ojos, manteniendo la cabeza bien alta y el tono de voz impasible.
Asentí con la cabeza sosteniéndole la mirada lo mejor que supe. Marco me dio disimuladamente una palmadita en la espalda mientras cruzaba la sala para sentarse junto a Thatch. Si quería darme ánimos, no lo había conseguido.
-- La Mafia no va a pasar por alto lo que hemos hecho -- continuó.
Tragué saliva y cerré los puños. Era cierto que yo era el causante principal de aquel enfrentamiento, pero mis hombres no habían dudado ni un instante en lanzarse detrás de mí para luchar a mi lado. Eso significaba que ya no era un asunto personal entre la Mafia y yo, sino que ahora la organización tenía a los Cuchillos de Barba Blanca en el punto de mira.
Y el viejo lo sabía muy bien.
-- Lo sé -- fue todo lo que pude responder.
-- Supongo que Marco ya te habrá informado de que Vivi dirige a once grupos de treinta hombres sobre Washington -- apoyó la mejilla en su puño.
-- ¡Eso es una barbaridad! ¿Para qué necesita tant...?
-- Te están buscando, Ace, y ya sabes lo que harán si te atrapan -- se inclinó hacia delante para alcanzar un vaso que había sobre una pequeña mesa de madera --. Con suerte, solo te matarían.
ESTÁS LEYENDO
𝐁𝐚𝐥𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐩𝐥𝐨𝐦𝐨 [Law x Nami]
FanfictionLaw, un asesino a sueldo de veintiséis años, ha abandonado su oscuro pasado y actualmente es el médico más reconocido y mejor pagado de la ciudad de Nueva York (Estados Unidos de América); Nami, una joven ladrona de veinte años y de origen Inglés, e...