𝐁𝐚𝐥𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐩𝐥𝐨𝐦𝐨 [Law x Nami]

Mi amada: mi pesadilla

___ LAW ___

La noche ya estaba muy entrada cuando salí del almacén. 

Llevaba las manos metidas en los bolsillos del pantalón para esconder mi tembleque, y mis músculos en tensión me dificultaban el movimiento. 

Miré al cielo. Una luna llena era la única luz en aquella oscuridad abismal, mi única compañera.  Y a pesar de agradecer aquella luminiscencia blanquecina, maldije en voz baja cuando advertí el rojo en gran parte de mi ropa y mi piel. 

Eran las 03:21 . Con algo de suerte, podría volver a la  sede sin toparme con ningún escandaloso. El único obstáculo que me quedaba eran las cámaras de vigilancia que había apostadas en las esquinas de las calles y en los establecimientos, cuyas localizaciones había memorizado la noche anterior. 

Suspiré, agotado. 

Si Bepo me hubiera dado más detalles no me hubiera pasado media noche buscando a aquellos pobres desgraciados. Me mordí el labio inferior.

Me ajusté el gorro y apreté la vaina de mi espada con fuerza mientras salía de aquel vertedero de cadáveres que se había formado en cuestión de segundos.

Aquello era una mierda. Me sentía sucio, y ya no solo por el hecho de ir hasta el cuello de sangre, sino por tener que ir escondiéndome de la gente. Sabía perfectamente que había jugado sucio, que los había atacado por la espalda... Pero cuando todos conocían la existencia del Cirujano de la Muerte, no podía arriesgarme a que alguien me viera la cara.

Aún tenía el corazón a mil cuando atravesé otro callejón poco iluminado, el temblor de las manos era estresante. 

Nadie te dice nunca qué hacer después de cargarte a alguien, y el hecho de que yo pensara en un principio que podría controlar mi cuerpo, hacía que me entrara la risa. 

¿Cuántas iban ya? 210, 230... 260...

Había perdido la cuenta. Y era lo mejor, porque si tenía que cargar con el peso de todas las muertes que había causado a lo largo del mes, podía volverme loco.