𝐁𝐚𝐥𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐩𝐥𝐨𝐦𝐨 [Law x Nami]

Conspiración

En algún lugar de Los Ángeles, California. Las 01:47.

Hacía bastante que Sir Crocodile no recibía ningún informe de los mercenarios que había enviado en persecución de la ladrona, y eso lo molestaba considerablemente.

Sabía que no le quedaba otra opción que reconocer que debían de estar muertos, y eso significaba que había perdido una oportunidad única de recuperar el dinero. Maldijo entre dientes.

La entrega sería dentro de dos semanas y si no se presentaba allí con los diez millones, Barbanegra se encargaría de él.

Dejó el periódico sobre la mesa y se recostó en su confortable sillón de cuero, dándole todavía vueltas a la serie de infortunios que habían tenido lugar a lo largo del mes.

Estaba realmente agotado y consideraba que debía tomarse unas buenas vacaciones. Quizás se fuera unos meses a Europa, donde seguro que podría descansar de aquellos imbéciles que lo seguían a todas partes.

Recordó el informativo que había visto por televisión aquella misma mañana. ¿Un homicidio en Manhattan? Ni de coña. Aquel había sido el último lugar donde sus sicarios habían establecido contacto con él diciéndole que habían capturado a la chica.

— Y sin embargo no hay rastro de ella— murmuró mientras le daba otra calada al puro que sostenía con los dientes.

Les advirtió varias veces de que no llamaran la atención y no obstante, ese mismo día se había producido una explosión, un atraco en una farmacia y el robo de una lancha.

Eran demasiadas coincidencias.

Sabía perfectamente cómo trabajaba Nami. Ella no era reconocida en la organización por llamar la atención, sino por todo lo contrario. Sabía pasar inadvertida y era la reina del silencio y el engaño. Perderla había sido un golpe duro.

Por el contrario, los novatos a los que había mandado no eran precisamente cautelosos, y eso le había pasado factura.

— ¡Vivi!— llamó apagando el puro en el cenicero que había a la derecha de la mesa.