--- Law ---
-- ¿Y si lo dejamos aquí?
-- Me parece bien -- le respondí al peliverde con el mismo tono de indiferencia mientras dejábamos atrás al imbécil del franchute --. ¿Siempre es tan pesado?
-- Todavía no has visto nada -- sonrió de lado.
No me resultaba nada fácil tener que tratar con los mafiosos, y menos después de nuestro último encuentro, pero le había prometido a la ladrona que mantendría el tipo hasta que terminásemos el golpe.
Al menos Roronoa y yo teníamos algo en común: ambos aborrecíamos al cocinero.
La tensión entre nosotros tres no había hecho más que aumentar desde mi última pelea con la pelirroja, pero no era plan de ponerse a pedir disculpas y fingir que podríamos llevarnos bien. No. Quería dejarles claro que no me doblegaría ante nadie.
Me limité a apretar la mandíbula cuando escuché al cocinero haciendo otro de sus estúpidos comentarios sin despegarse de Nami, y podría decir que empezaban a dolerme las pupilas de tanto espiarlos por el rabillo del ojo.
-- Sanji, por favor, céntrate -- le pidió ella, que parecía bastante nerviosa. Aunque no supe descifrar si se achacaba al hecho de que nuestra mercancía se estaba retrasando, o de si el rubito la estaba molestando.
Fuera lo que fuese, no pude evitar sonreír de lado cuando distinguí una expresión de hastío en el rostro de la ladrona, y tuve que morderme la lengua para no soltar un par de comentarios que la hubieran molestado, y que, lógicamente, me moría por decirle.
Zoro se cruzó de brazos y recostó la espalda en la pared de ladrillos del callejón en el que esperábamos con impaciencia la llegada de nuestra munición, sus ojos clavados en el suelo pavimentado.
-- Maldición... -- se quejó --. ¿Estás seguro de que no se ha rajado? Hace dos horas que debería de haber llegado.
-- Vendrá.
-- Lo más probable es que haya huido -- añadió Sanji a mi izquierda, dándole una calada a su cigarro --. Cruzar la frontera no es fácil, ¿y para qué jugarse el tipo teniendo unos cuantos millones?
-- He dicho que vendrá -- repetí, molesto. Aunque en el fondo, temía que no lo hiciera.
Eustass no era el típico tío que aceptaba un encargo de alta dificultad así de buenas, y había accedido demasiado rápido para mi sorpresa. Tampoco es que hubiese tenido mucho tiempo de pensar en las consecuencias que conllevaría meterlo en todo aquello, pero estaba claro que la ayuda del ojiambarino nos vendría bien.
El viaje de Folkeston (Inglaterra) a Calais (Francia) no nos había salido nada barato, pero había sido la manera más rápida de cruzar la frontera sin tener que vérnoslas con los espías de la Mafia. Además, habíamos aprovechado nuestra pasajera tranquilidad en uno de los trenes que cruzaban el Eurotúnel pensando en diversas formas de colarnos en las instalaciones que Caesar tenía en Andorra.
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𝐁𝐚𝐥𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐩𝐥𝐨𝐦𝐨 [Law x Nami]
FanficLaw, un asesino a sueldo de veintiséis años, ha abandonado su oscuro pasado y actualmente es el médico más reconocido y mejor pagado de la ciudad de Nueva York (Estados Unidos de América); Nami, una joven ladrona de veinte años y de origen Inglés, e...