Una última noche

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--- Nami ---

Tres días después. París, Francia. Las 20:02 .

Coloqué las maletas que contenían los cien millones bajo la cama y me aseguré de que las sábanas ocultasen bien el botín. Corrí las pesadas cortinas de seda y abrí la doble puerta de cristal que daba al balcón para que entrara aire fresco. 

Enseguida reconocí el remoto sonido del tráfico que pululaba a seis plantas por debajo de mi habitación. Entristecí la mirada y decidí salir a la terraza, ignorando el frío tacto del mármol en mis pies. Me senté sobre la baranda de piedra que me separaba de una caída mortal y dejé que mi mirada se perdiera en las diminutas personas que transitaban por la avenida.

Dejé escapar un suspiro, me subí el ancho cuello de la camiseta blanca que se deslizaba por mi hombro y compuse una sonrisa nostálgica cuando mi mirada volvió a posarse en el sombrero moteado que sujetaba en una mano. Sentí un extraño vacío en el corazón y estreché la prenda contra mi pecho al tiempo que apoyaba la cabeza en mis rodillas y cerraba los ojos, agotada.

Llevaba encerrada tres días en el Novotel Paris les Halles desde que nos habíamos separado al salir del laboratorio de Caesar Clown. No había vuelto a tener noticias de Sanji y Zoro, ni de los amigos de Law. Sin embargo, me tranquilizaba saber que el asesino se encontraba a salvo en Le Pullman Paris Centre - Bercy, un hotel de cuatro estrellas que se encontraba en la otra punta de la capital. 

Recordé la dirección que había dejado escrita sobre el panel de su moto de nieve y supuse que el médico no habría tenido problemas para encontrar el hotel. A partir de ahora cada uno tomaría caminos separados; Law reharía su vida con los beneficios que pudiera sacar de los diamantes, y yo regresaría a Florencia con los cien millones y alguna escusa que indemnizara la vida del asesino. Sonreí y volví al interior de la habitación.

Normalmente no me lo hubiera permitido, pero estaba cansada de dormir en camas de muelles y no me había importando pagar setecientos euros por pasar dos noches en una suite. Y no era para menos. Había una confortable cama matrimonial rodeada de paredes empapeladas de blanco con líneas verticales en color gris, dos mesitas de noche a ambos lados de la cama sobre las que descansaban elegantes lámparas de tela, una enorme moqueta beige que ocultaba la mayor parte del suelo, y un cuarto de baño bastante espacioso con una preciosa bañera de porcelana que acababa de estrenar.

-- [...] Sin embargo, la policía no ha desistido y aún busca el cuerpo que las cámaras del muelle vieron precipitarse al mar. Se cree que hubo...

Apagué el televisor que descansaba sobre la cómoda blanca que había frente a la cama cuando el periodista del telediario volvió a mencionar el tiroteo que hubo hace un par de días en el puerto de Perpiñán. 

Definitivamente, quería olvidarme de todo lo que estuviera relacionado con armas, drogas y asesinatos. 

Me tumbé sobre el colchón sin molestarme en apartar las sábanas y pensé cuánto tiempo esperaría Sakazuki para contactar conmigo. Habíamos quedado en que yo esperaría pacientemente en el hotel hasta que me enviara las pautas que debía seguir antes de volver a Florencia. 

𝐁𝐚𝐥𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐩𝐥𝐨𝐦𝐨 [Law x Nami]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora