Era una súper espía, pero aunque su profesión era descubrir lo incierto en la mirada de otras personas, nada la había prevenido del cambio tan radical que sufrirían ella y sus más que preciados compañeros de batalla.
Lo cierto era que nadie estuvo preparado, la situación había sobrepasado incluso la paciencia del admirable Capitán América.
La crudeza del devastador final dejó a todos sumidos en un silencio desgarrador, cada quien en su propia lucha interna por sus acciones que al final no los llevaron a nada, y era entonces cuando nacía la pregunta ¿Qué ganamos? ¿Qué logramos con toda esa guerra? La respuesta era sencilla.
A pesar de todos cargar con sus propios demonios, jamás pensó que Tony Stark sería el más afectado. Tony se volvió un simple despojo, una simple ruina de una guerra que no les llevó a ningún lado. Tony Stark se había derrumbado y lo cierto era que fue el único que no había peleado egoístamente, que peleó por una causa justa y más que desinteresada.
Sintió su corazón comprimirse violentamente en su pecho al verle en medio del taller, ahogado en alcohol, en un mar de lágrimas y delirando con esas personas que habían invadido su vida sólo para destrozarla.
—Tony.
El millonario desvió su mirada hacia ella, sus ojos perdidos, brillando de manera oscura ante la falta de vida en ellos.
—¿Q-qué dem-onios haces aquí? —Soltó torpemente con amargura y cierto rencor. —¿Vienes a echarme en cara todo lo que hice? ¿Por separar a esa mierda de equipo que éramos?
Natasha permaneció quieta, inexpresiva, tratando por todos los medios no derrumbarse por la imagen ante ella. Había conocido a Tony hace varios años atrás, le había visto beber hasta perder la conciencia, pero nunca antes lo había visto así de roto.
—No vengo a juzgarte, Tony.
Tony le miró con incredulidad. Aún en su delirio, parecía ser capaz de mantener algo de cordura.
—Lárgate. —Masculló mientras daba un nuevo sorbo a una lata de cerveza.
Natasha se dio cuenta que si Tony estaba bebiendo una simple cerveza, el problema era todavía incluso más grave de lo que creía.
—No me iré de aquí. —Dijo con firmeza, cruzándose de brazos. Al no escuchar réplica alguna, soltó un pesado suspiro y caminó hacia el millonario, deslizándose por la pared hasta quedar sentada a un costado de él.
—Pues mala elección, eres buscada por el gobierno...
—Firmé los acuerdos, Tony. —Interrumpió Natasha. —Me cansé de huir y... Me di cuenta que... —Bajó la mirada a sus manos en su regazo. —Tú hiciste todo por nosotros, Tony. Nos diste un hogar sin esperar nada a cambio, pero lo que te dimos fue una bofetada y... Debimos seguirte a tí. Realmente tenías razón; no somos tan diferentes de los malos si no nos controlan.
Tony le miraba fijamente, con el ceño fruncido, esperando el momento en el que ella se riera en su cara y le escupiera todos sus errores; pero los segundos pasaron y nada sucedió.
—¿Estás drogada?
Natasha apretó la quijada y sus labios en una fina línea, deteniéndose de darle un puñete bien dado al castaño. Debía ser paciente, tratar con Tony normal no era fácil, mucho menos tratar con uno muy alcoholizado.
—Quería volver a algo familiar. —Siguió Natasha ignorando la anterior pregunta. —La verdad es que no podía estar en ningún lado sin recordar aquí. No hay otro lugar en el que encaje, aquí tenía todo lo que necesitaba, un hogar. —Terminó en un susurro.
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One Shots/Drabbles //MARVEL
FanfictionIdeas improvisadas, que obviamente llegan sin avisar.