Perdiste (IronWidow)

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Después de la Guerra Civil

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Después de la Guerra Civil.

Cuando Nat entra a la Torre, siente ese gusanito de culpabilidad removerse en su pecho. Observa detalladamente lo oscuro del lugar y el denso silencio que cala hasta sus huesos. Su vista se detiene en Tony, que está sentado en un sofá con sus brazos abrazando sus piernas mientras observa melancolico la luces fijas de Nueva York.

Minutos más tarde, después de haberse puesto ropa cómoda y preparar un té para Tony, se encamina al genio que no se ha movido ni un centímetro de su lugar.

Nat se hace un campito en las piernas del castaño, acurrucandose cerca de él y extendiéndole la tasa que humea levemente.

—¿Como estás?—Pregunta la rusa en un susurro.

—Bien.—Responde automáticamente el millonario.

Nat sabe por esa respuesta, que es todo lo contrario a como se siente realmente. El pecho le duele como nunca al verlo así. Como un viejo muñequito de trapo, roto y sucio por tanto descuido.

—Yo...—Empezó la espía. —No esperaba que todo terminara así.

—No podemos hacer nada. —Dice Tony con voz ausente.

Nat, guiada por un impulso, se inclina hacia el genio y besa su frente, luego una mejilla y luego la otra, y finalmente deja un besito en la nariz del genio. Ambos permanecen así, con sus frentes unidas y sus narices rozándose débilmente.

—Me quedaré contigo, Tony.—Declara Natasha con firmeza. Ella no sería como los demás.

***

Steve esta a punto de explotar. Estaban en una junta tratando los últimos puntos de los renovados acuerdos. Desde que había comenzado la junta, pudo ver a Widow y Tony juguetear entre ellos como un par de adolescentes enamorados. Tony se veía distinto, más calmado y mucho más expresivo, y era obvio que Romanoff había logrado tal rehabilitación en el genio.

Nat podía sentir la mirada azul de Rogers taladrar su persona y con más razón, ella sonreía más ampliamente a Tony que sin dudar le devolvía el gesto. De vez en cuando, Tony soltaba risitas nerviosas, pues Nat había estado acariciando una de las piernas del genio por debajo de la mesa, Rosando en ocasiones la entrepierna de éste.

Cuando la reunión acabó, todos salieron rápidamente como si el lugar les hubiera estado asfixiando. Nat se quedó al final, pero antes de salir, Rogers le tomó del brazo con fuerza.

—¿A qué juegas, Romanoff?

—No se de que hablas, Steve. —Dijo ella a punto de sonreír al ver los evidentes celos.

—Claro que lo sabes. ¿Que ocurre entre tú y Tony?

Nat sonrió ladina, soltándose del agarre que comenzaba a lastimarla.

—Perdiste tu oportunidad, Steve.—Dijo Nat con tono jocoso, burlándose abiertamente del rubio.

Rogers gruñó, molesto por las palabras de la espía, pero antes de que ella finalmente se fuera dijo:

—Voy a luchar por él.

Nat soltó una carcajada.

—Intentalo. Sólo no te decepciones con el resultado.—Y salió con paso seguro y triunfante, contoneando sus caderas en dirección al genio que le esperaba en el pasillo.

***

Tony estaba en su taller trabajando tranquilamente cuando...

—Jefe, creo que debería ir al gimnasio. —Dijo Viernes con un tono ¿Preocupado?

Tony frunció el ceño, pero aún así obedeció y caminó con paso tranquilo al lugar. Antes de llegar, escuchó claramente el sonido de varias cosas caer estrepitosamente, así que curioso apresuró el paso, quedándose pasmado justo en la entrada.

Widow y el Capitán estaban rojos por el esfuerzo. Ambos en una pelea por dominar al otro. Tony no entendía nada, pero era obvio que aquello no se trataba de un simple entrenamiento, pues Rogers tenía una ceja sangrante y Nat el labio partido. Sin embargo, Tony logró salir de su aturdimiento al ver como Steve tomaba a la espía de un brazo y con fuerza la lanzaba por encima de su hombro, dejándola caer al suelo en medio de un sonido sordo.

—¡Basta!

El grito de Tony detuvo toda acción, aunque claro, Nat ya no parecía muy en condiciones de seguir.

—Tony.—Musitó Steve con sus ojos azules enormemente abiertos.

Tony estaba rabioso. El Capitán dio un paso hacia él, pero tony activando rápidamente el repulsor de su reloj, apuntó sin ningún titubeo hacia Steve.

—Vuelve a lastimarla, Rogers. Vuelve a hacerlo y te voy a volar la cabeza.—Amenazó Tony con voz mortalmente lenta y susurrante.

Tony ayudó a Nat a ponerse de pie. Ella soltó un quejido, pero se recompuso al instante. Sonrió para despreocupar al genio y se acercó a el dándole un tierno besito en los labios que duró unos segundos.

—Has perdido, Cap.—Dijo ella con suficiencia al pasar por un lado del Capitán.

—¿Esto fue por mí? —Preguntó Tony a la pelirroja, deteniéndose antes de salir.

Nat se encogió de hombros.

—Bueno, tenía que demostrarle que eras mío ahora. —Respondió Nat despreocupadamente.

Tony dejó escapar una risa histérica, al punto en el que no podía ni moverse.

—Es...—Tony siguió riendo. Nat le miraba entretenida, observando de reojo a Rogers que permanecía mudo en su sitio. El genio finalmente dejó de reír y suspiró satisfecho.—Las cosas cambian, Capitán. Tú eres pasado, (como siempre los has sido)—Agregó a modo de burla.—Así que superalo, porque Has Perdido.

Nat le dedicó una última mirada al rubio, burlona por ver derrotado al famoso hombre que destruyó a los nazis y sobrevivió setenta años en el hielo. La satisfacción de ver esa mueca de derrota era lo mejor, o bueno, lo mejor era ese tesoro que ella se ganó: a Tony.


One Shots/Drabbles //MARVELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora