¿Quien diria? II

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     Natasha había insistido demasiado en el tema, había sido muy paciente esperando a que el millonario entendiera razones, algo que el muy cabezota no aceptaba casi nunca. Pero no por nada ella era una profesional en el arte de manipular, algo que Tony le echó en cara antes de decir sí.

     Su argumento había sido:

     —Vamos, Tony. Ya pasó un año desde los eventos de la Guerra. Ambos sabemos que ni tú ibas a seguir esos acuerdos, cuando se te diera la gana ibas a hacer lo que quisieras; así que dejate de estupideces y resolvamos esta mierda de una vez.

     Sonrió al recordar el puchero que hizo el millonario y la forma en la que se alejó hacia el taller, murmurando entre dientes una sarta de groserías y algo sobre hace mucho renuncié.

     Por ahora, observaba a Tony vestirse, lograba ver parte de su pecho mientras terminaba de abotonarse la camisa negra que usaría. Le encantaba el hecho de que todos los colores lucieran de fábula en el castaño. Su piel bronceada resaltaba de manera increíble; no entendía como fue posible que antes no se hubiera fijado en tanta perfección. Por desgracia había tenido que pasar una fuerte lucha entre ellos para poder dejar de ver defectos y ver virtudes.

     Desvió su vista y comenzó a vestirse.

     Pronto sintió las grandes y duras manos de Tony apretar su cintura para apagarle a su pecho

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     Pronto sintió las grandes y duras manos de Tony apretar su cintura para apagarle a su pecho. Tony aspiró en su cabello y luego bajó a su cuello a dar un pequeño beso.

     —¿Es necesario hacer esto?

     Nat se rió bajito y giró en sus brazos, pasando los suyos por el cuello del castaño.

     —Esto es el último paso que necesito que des. —Le dijo con cariño, sin dejar de observar esos enorme ojos cafés que tanto le habían terminado de encantar.

     Tony suspiró y asintió. Luego una coqueta sonrisa se dibujó en su rostro.

     —¿Te he dicho cuanto me encanta tu cabello rubio? —Se apegó más al cuerpo de excelentes curvas de la espía y le besó la nariz. —Y esa lencería roja. —Gruñó en el oído de ella, sin dejar de acariciar la suave piel de la cintura.

     Nat sonrió y con sus manos en el fuerte pecho de Tony, le apartó.

     —Debemos terminar de arreglarnos. —Dijo ella. —Estan por llegar.

     Tony simplemente asintió y siguió con arreglar su cabello, poner su saco y un elegante reloj. Iba completamente de negro, mientras que su compañera lucía un hermoso vestido blanco y negro, medianamente elegante y a la vez casual.

     Tony maldijo mentalmente el momento en el que dejó que la rusa le convenciera de todo ese asunto. Estuvo muy renuente a hacerlo, pero vamos, que tenerle sentada en sus piernas mientras movía su cadera imperceptiblemente mientras le regañaba, convencía a cualquiera hasta de saltar de un edificio.

One Shots/Drabbles //MARVELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora