Tony nunca fue muy bueno para lidiar con sus problemas. Era malo sobrellevando las situaciones que involucraban sentimientos. Y como alguien reservado y sin mucha compañía, el alcohol se volvía su inseparable amigo.
Como alguien alcohólico, cualquiera pensaría que estaría como niña llorando por todos los rincones, pero no era así. Claro, bebía hasta perder la conciencia y de vez en vez salía a una fiesta para traerse a la primer mujer que considerara atractiva, pero era el coraje y el odio lo que dominaba su ser, así que la bebida era la manera de aminorar esa presión en su pecho que le hacía querer destruir todo a su paso.
Estaba enojado. Estaba harto que siempre él fuera el culpable de todo problema existente. Estaba harto de que nadie le diera un voto de confianza y prefirieran atacarle, antes de saber sus razones. Lo único que lo mantenía de pie, era ese sentimiento de desear arrancarles las entrañas a ese equipo de mierda que vino y se benefició con él, con su ingenio y su dinero. Todos eran unos malditos miserables malagradecidos. Incluso el recto Capitán América, que siempre pensaba en la acción pero que jamás se detenía a pensar como se resolvían los problemas burocráticos y daños a terceros que ellos mismos causaban. Tony siempre pagaba todo lo que destruían, como si naturalmente ese fuera su deber. Preocuparse sólo entraba en sus responsabilidades y no en la de los demás, mientras ellos se alimentaban como viles parásitos de él.
Tony se puso de pie del sofá en el que se encontraba y con la rabia fluyendo por su cuerpo, lanzó la botella de vino en sus manos para hacerla añicos contra una de las paredes. Y así, continuó lanzando las botellas vacías que se habían ido acumulando con el tiempo, rompiendo el silencio por el estruendo de vidrios rotos golpeando el suelo. Sin embargo, su acción se detuvo al escuchar un estruendo familiar golpear a las afueras del complejo. Tony con paso tambaleante, se dirigió a las puertas de cristal que le permitieron ver a un enorme rubio y a un hombre más bajo de cabello rizado acercarse a él.
—¿Tony?— Dijo Bruce extrañado por el semblante demacrado del genio.—¿Estas bien?—Cuestionó preocupado.
Tony frunció el ceño. Miraba a ambos hombres de manera fría como si esperara alguna señal negativa de parte de ellos para decidirse a degollarlos. El silencio les envolvió de una manera abrumadora, haciendo que Thor se removiera incómodo, algo totalmente raro en él, pues siempre se mostraba seguro ante cualquier situación.
Lo cierto era que los recién llegados, jamás habían visto a Tony con esa aura tan peligrosa que ahora parecía emanar. Aunque era fácil deducir que estaba borracho, eso no quitaba ese porte imponente que mostraba el castaño; al contrario, lo acentuaba mucho más, de manera que era imposible soportar el silencio.
Tony se dio la vuelta y se perdió dentro del oscuro complejo sin decir absolutamente una palabra a los otros dos.
Bruce y Thor intercambiaron una mirada de extrañeza, pues ninguno podía hacerse a la idea de qué le sucedía a Iron Man para estar de esa manera. A paso cauteloso se adentraron al oscuro lugar.
—¿Viernes?—Llamó el científico.
—Hola, Doctor.
—¿Podrías encender las luces?
La IA pareció dudar de realizar la acción, pero luego de unos segundos la luz se hizo presente.
Thor y Bruce se quedaron sorprendidos. El salón principal estaba hecho un completo desastre, con vidrios y botellas regadas por todos lados, cajas de comida y de donas completaban la decoración.
—Viernes, ¿qué ha pasado aquí?—Hablo nuevamente Bruce.
—No tengo permitido hablar de nada referente al señor Stark ni de los Vengadores.
ESTÁS LEYENDO
One Shots/Drabbles //MARVEL
FanfictionIdeas improvisadas, que obviamente llegan sin avisar.