El momento por fin había llegado y tras una semana de planificación, Eugenia había logrado convencer a sus hermanos, a sus amigos, a Tomás y a Bárbara para que se encontraran en el pool ubicado en el límite del pueblo. Si bien estaba un poco nerviosa, se sentía realmente complacida.
Cristian y ella fueron los primeros en llegar y tal como él le había asegurado, el lugar era genial. Se sentaron en una mesa apartada de la puerta para esperar al resto. Justo cuando la camarera se acercó para tomar el pedido, llegaron sus hermanos con sus parejas, por lo que pidieron cerveza para todos.
Gastón, tras comprar varias fichas para jugar, se dirigió a una de las mesas de pool. Evaluando varios tacos, eligió uno y le pasó varias veces la tiza por la goma del extremo. Tras insertar una ficha, puso todas las bolas sobre la mesa y las acomodó con el triángulo. Se disponía a romper cuando Damián, Cristian y Diego se acercaron.
—¿Cuál de ustedes quiere perder contra mí? —provocó con una media sonrisa.
—Quizás el que pierda seas vos —respondió Cristian eligiendo también un taco—. No sé si tu hermana te dijo, pero en mi casa tengo una de estas.
—Uhhhh —exclamaron Diego y Damián a la vez, riendo a carcajadas.
Tras pasar también él la tiza por la goma, esperó paciente a que empezara el juego.
Las chicas conversaban en la mesa totalmente ajenas a la competencia que se iba a llevar a cabo. Ya estaban por la tercera ronda de cerveza cuando Eugenia comenzó a contarles los detalles de su primera vez con Cristian.
—¡Por Dios! ¡Menos mal que es tímido! —dijo Laura llevándose una mano a la boca.
—¡Lo es! —respondió con énfasis—. El pobre no dejó de sonrojarse.
Las tres rompieron a reír.
En ese instante, Bárbara entró en el lugar y las oyó antes de verlas. A continuación, avanzó hacia ellas con una sonrisa.
—¡Barby! —exclamó Eugenia haciéndose oír en todo el lugar.
Gastón acababa de meter la última bola en uno de los hoyos y estaba por disparar contra la negra. Si lograba meterla, ganaba el partido. Sin embargo, erró el tiro al distraerse con la imagen de Bárbara caminando en un corto y ajustado vestido negro que resaltaba sus prominentes caderas y pechos abultados.
Jamás la había visto tan hermosa. Llevaba alisada y suelta su larga y abundante cabellera marrón y al no tener sus lentes habituales, sus ojos celestes resaltaban en su rostro delicadamente maquillado. De repente, la vio encogerse de hombros cuando lo descubrió mirándola y saliendo de su estupor, le guiñó un ojo en respuesta.
Cristian ganó la partida y tras jactarse de su victoria, le dio la oportunidad a Diego para que lo venciera. Ambos hermanos se dirigieron a la barra para buscar más bebida y luego volvieron a la mesa para saludar a la recién llegada.
—¡Ahí está Tomás! —gritó Eugenia de pronto y lo llamó con el brazo en alto para que se acercara.
Advirtió cómo Gastón fruncía el ceño y sonrió maliciosamente. "Que comience el juego", pensó divertida.
Tomás resultó ser muy divertido y ocurrente. Bárbara y él congeniaron de inmediato y parecían estar pasando un buen rato. Eugenia desbordaba de felicidad al ver que su proyecto comenzaba a tomar forma. Sin embargo, algo no le cerraba del todo. Varias veces lo había visto mirar a Virginia de una manera extraña advirtiendo también la más que evidente tensión de Damián. Quizás había algo que ella ignoraba. Estaba por preguntarle a su hermano cuando Diego y Cristian se sentaron en medio. Por la cara de satisfacción de este último, supo que había vuelto a ganar.
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Entre dos destinos
RomanceLibro 1 Serie Obsesión. ♡ Por el mes de febrero a fines de la década del 90', los hermanos González Herrera: Gastón, Damián, y las mellizas, Laura y Eugenia, se mudan a un pequeño y remoto pueblo de la Provincia de Buenos Aires para acompañar a su p...