Capítulo 9

2.4K 400 253
                                    

El último fin de semana de junio había llegado y Federico y Liliana debían viajar a la ciudad para asistir a un evento a beneficio que había organizado la casa central del banco. No regresarían hasta el domingo por la noche por lo que sus hijos, aprovechando la más que oportuna ausencia, no tardaron en planificar una pequeña fiesta para llevar a cabo durante la noche del sábado.

La idea había sido de Eugenia quien, una semana atrás, había estallado en una explosión de ira e impaciencia mientras regresaban de la universidad.

—¡¿Quién entiende a los hombres?! —exclamó enojada.

—¡Ay, Eugenia! —le respondió Laura sorprendida por el exabrupto—. ¿Qué pasó?

—¡Cristian! No puede ser que tarde tanto en decirme algo. El otro día estuvimos solos durante más de una hora y digamos que se dieron todas las condiciones para... ¡pero nada!

—Es gay —dictaminó su hermano mayor con sarcasmo.

—¡Basta, Gastón! —gruñó, irritada por su comentario—. Sé que le gusto porque me lo dijo uno de sus amigos, pero... —Se interrumpió en medio de la oración—. No sé... cada vez que creo que me va a decir algo... se queda callado. ¡Ya no sé qué hacer ¡Voy a terminar pensando que me tiene miedo!

—¿Pero no dijiste que era tímido? —preguntó Virginia.

—Sí, mucho.

—Bueno, entonces debe ser por eso. Dale tiempo.

—Sí, tal cual. Tratá de controlar un poquito tu ansiedad —recomendó Laura mientras palmeó su espalda cariñosamente—. No le estés encima. Vas a ver que cuando no le prestes atención, viene solito.

—¿Vos decís? —preguntó un tanto desanimada.

—¡Sí! —exclamó Gastón, irritado—. Y hasta ese día, ¿podrías por favor dejar de romper las pelotas con el flaco ese?

Todos miraron a Eugenia esperando el estallido. Siempre había sido muy temperamental. Sin embargo, permaneció en silencio analizando sus palabras. Luego de un instante, comenzó a reír entusiasmada.

—¡Ya lo tengo! ¡Este sábado vamos a hacer una fiesta! —exclamó de pronto, desorientándolos.

—¡¿Qué?! —dijeron todos al unísono.

—¡Lo que escucharon! —reiteró, ahora sí manifestando un excelente humor—. ¡Es el plan perfecto! Mamá y papá no van a estar, voy a invitar a todos sus amigos y con el vestido que pienso ponerme, no le va a quedar otra opción que decirme algo.

—¿De qué vestido estamos hablando? —intervino Damián con el ceño fruncido.

Eugenia no le respondió. En cambio, alzó sus cejas repetidas veces y le brindó una sonrisa pícara.

Tanto Laura como Virginia contuvieron las carcajadas.

—Pero, Euge —intervino su hermana—, no creo que a papá y mamá les guste demasiado esa idea.

—¡No te preocupes por ellos! Yo me encargo de todo —aseguró triunfal.

Gastón gimió y negó resignado.

—No sé por qué, pero algo me dice que vamos a arrepentirnos de esto —dijo solo para su hermano.

—No sé por qué, pero algo me dice que vamos a arrepentirnos de esto —dijo solo para su hermano

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Entre dos destinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora