Había pasado una hora desde aquel doloroso llamado. Cristian y Diego ya se habían marchado, pero la familia aún permanecía al lado de Damián preocupada por el estado en el que se encontraba. No había vuelto a hablar y sin moverse del sillón, miraba a la nada misma.
Eugenia había intentado darle un calmante, pero él se había negado a tomarlo. No deseaba dormir, no deseaba comer, no deseaba nada más que estar con Virginia y eso era algo que no podía tener. Ella se había ido llevándose consigo también su corazón.
—Hijo, por favor. Tenés que dormir un poco. Aceptá la pastilla que te ofrece tu hermana —insistió su madre conteniendo el llanto
La destruía ver a su hijo así, como también le dolía la pérdida de Virginia. Damián la miró a los ojos. Advirtió la pena en los mismos y solo entonces, asintió. No quería preocuparla aún más. Tomó el calmante y sin decir nada, se recostó en el sillón. Cerró los ojos, pero aún con ellos cerrados, las lágrimas se escurrieron por sus mejillas provocando que sus hermanas y su madre también lloraran.
Después de unos minutos, cuando estuvieron seguros de que se había dormido, lo cubrieron con una manta y se fueron a sus habitaciones. Sabían que les esperaba un largo día por lo que debían estar fuertes para apoyar a Damián y ayudarlo a atravesar esta horrible situación. Ya no tendría el amor de Virginia, pero nunca le faltaría la incondicional contención de su familia y amigos.
Recién amanecía cuando el cielo, aún oscuro y espeso, cubrió por completo el pueblo. Intensos fogonazos de luz centelleaban alrededor y una seguidilla de truenos explotó con intensidad. Damián se despertó sobresaltado. Afuera, una densa cortina de lluvia caía ruidosamente. Estaba acostado en el sofá del living y por un instante se sintió confundido. Poco después, los recuerdos de la noche anterior lo golpearon con violencia generándole una espantosa opresión en el pecho.
Un nudo se formó en su garganta y sus ojos se llenaron de lágrimas, en perfecta sintonía con el tempestuoso clima. Los cerró en un intento por mitigar el doloroso vacío que sentía dentro suyo y volvió a recostarse cubriéndose con la manta hasta la cabeza. No quería sentir nada. Todo era demasiado doloroso. Quizás si se dormía... pero el maldito sueño parecía rehuirle.
Su mente, de pronto despierta y activa, no dejaba de atormentarlo con recuerdos de la noche anterior cuando se habían quedado dormidos abrazados después de haber hecho el amor con absoluta entrega y devoción. Sabía que el amor que los unía era sincero. Sus ojos no podrían haberle mentido. Pero entonces, ¿por qué lo había dejado? ¿Qué había cambiado?
Algo no le cerraba. Repasó cada una de sus palabras de adiós. Había algo en el tono de su voz que no lo convencía. Le había hablado con demasiada frialdad, como si se estuviese esforzando en hacerlo. ¿Podía ser que hubiese sido obligada?
Apartó hacia un lado la manta y se sentó. Poco a poco la certeza de que ella no había dejado de amarlo fue cobrando más fuerza. Virginia jamás lo abandonaría de esa manera, ni a él ni a la familia que tanto había hecho por ella. Ahora lo veía con claridad.
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Entre dos destinos
RomansaLibro 1 Serie Obsesión. ♡ Por el mes de febrero a fines de la década del 90', los hermanos González Herrera: Gastón, Damián, y las mellizas, Laura y Eugenia, se mudan a un pequeño y remoto pueblo de la Provincia de Buenos Aires para acompañar a su p...