Una de las empleadas irrumpió de pronto en la sala de reuniones. Estaba pálida y su respiración era agitada.
—Señor González Herrera, rápido... su sobrina —dijo la mujer casi gritando.
De acuerdo a la documentación que le había facilitado Martín, todos en el banco creían que Virginia era su sobrina por lo que, sabiendo perfectamente de quien se trataba, se puso de pie en el acto.
Salió como una exhalación y en segundos, estuvo en su oficina. Virginia se encontraba recostada en el piso con las piernas levemente elevadas sobre una campera. Una empleada, que en ese momento no podía recordar el nombre, la estaba apantallando con una carpeta. Tomás, de pie a su lado, hablaba por teléfono.
—¡Virginia! —exclamó Federico mientras corrió hacia ella con miedo—. ¿Qué pasó?
—No sabemos bien, señor. Justo pasábamos por la puerta con mi compañera y la vimos en el piso. El señor Gutiérrez estaba intentando despertarla, pero no podía, entonces nos pidió que le avisáramos a usted de inmediato. Por eso ella corrió a buscarlo. Yo también intenté hacerla reaccionar, pero nada funciona —dijo la joven con voz temblorosa.
—Yo estaba con ella cuando pasó —intervino Tomás que en ese momento acababa de cortar la llamada—. Como se estaba demorando con las copias de los informes, vine a ver qué pasaba y la encontré peleando con la impresora. Me dijo que se sentía mal y me ofrecí a ayudarla, pero apenas me acerqué a la máquina, la oí comenzar a respirar raro. Aunque me tomó por sorpresa, reaccioné rápido y por eso cuando se desvaneció pude evitar que cayera directo al piso.
—¡Hay que llamar rápido a una ambulancia! —exigió Federico.
—Ya la llamé, tranquilo. Recién corté con ellos y me dijeron que estaban en camino.
Virginia se sentía flotar a la deriva en medio de una absoluta y serena oscuridad. De repente, un fogonazo de luz cual relámpago la cegó por completo. Una serie de imágenes comenzaron a aparecer y desaparecer ante ella transportándola de forma vertiginosa a distintos lugares y situaciones. Se vio a sí misma conversando con un grupo de adolescentes y, aunque no podía ver con claridad sus rostros ya que los mismos se encontraban difuminados, estaba segura de que sonreían.
Otro chispazo de luz y se vio a sí misma conversando en la calle con un joven. Si bien estaba de espaldas, era capaz de inferir su enojo por la forma en la que no dejaba de agitar sus brazos en el aire mientras gritaba con exasperación. No entendió el motivo, pero esa imagen le transmitió una sensación extraña, como de temor.
Un nuevo flash de luz y de pronto estaba en la cocina de una casa, frente a una mujer mayor de cabello rubio igual al suyo. La miraba con expresión preocupada y negaba con su cabeza en ademán de decepción. Sabía que le estaba diciendo algo ya que podía verla mover sus labios, pero el sonido de su voz no llegaba a alcanzarla. De forma violenta y dejándola casi sin aire, una sobrecogedora sensación de culpa la invadió y un nudo se atoró en su garganta.
Un último relámpago y se vio de rodillas en el piso junto al cuerpo inmóvil de un hombre mayor que ella. Lloraba desconsoladamente mientras lo sacudía con desesperación en un claro intento por despertarlo. Sentía las manos húmedas y las miró para ver el motivo. Estaban totalmente cubiertas de sangre. Eso la sorprendió a la vez que la asustó. ¿Qué significaba todo esto? ¿Quién era ese hombre y por qué tenía la sangre de él en sus manos?
De pronto, oyó una voz conocida desde lo más profundo del abismo en el que se encontraba. Siguió su sonido subiendo poco a poco a la superficie hasta emerger del todo. Entonces, una agradable calidez la envolvió sosegándola por un instante.
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Entre dos destinos
RomanceLibro 1 Serie Obsesión. ♡ Por el mes de febrero a fines de la década del 90', los hermanos González Herrera: Gastón, Damián, y las mellizas, Laura y Eugenia, se mudan a un pequeño y remoto pueblo de la Provincia de Buenos Aires para acompañar a su p...