Capítulo 22

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La universidad era un caos. La muerte de Micky estaba en boca de todos y tanto estudiantes como profesores, barajaban múltiples teorías que iban desde resistirse a un asalto hasta estar involucrado en drogas y mafia. El mutismo de la policía, que hasta el momento no había logrado ningún avance en la investigación, no hacía más que alimentar dichas habladurías.

A pesar de que apenas tenía relación con él, su muerte había afectado negativamente a Virginia y si bien había logrado quitarlo por completo de su mente durante ese increíble fin de semana junto a Damián, al regresar no pudo seguir ignorándolo. Sin saber bien la razón, le inquietaba la forma en la que le habían arrebatado la vida.

Las jaquecas volvieron a atormentarla, principalmente en la noche y estaba comenzando a desesperarse. El dolor no cedía y estaba segura de que guardaba relación con ese pasado que su mente tanto se empeñaba en ignorar. Aunque se debía a la amnesia, sabía que algún día los recuerdos volverían y tendría que enfrentarlos. Solo esperaba tener la fortaleza necesaria para poder hacerlo.

Todos estaban preocupados por su evidente malestar, principalmente Damián que se sentía impotente por no saber cómo ayudarla.

—Dami —le había dicho Laura una mañana al verlo decaído—. Es evidente que está luchando con ella misma. Por un lado, desea recordar y por el otro bloquea los recuerdos. Su malestar no hace más que evidenciar la puja de emociones reprimidas que intentan aflorar a su consciencia.

—No entiendo nada, Lau y me está matando verla así.

—Lo sé, pero lamentablemente no hay nada que ninguno de nosotros pueda hacer. Es algo que nos excede. Solo resta esperar y acompañarla en el proceso. Es importante que sienta que no está sola en esto.

Con eso en mente, días después decidieron juntarse en la casa de Cristian para animarla. Sus padres se encontraban de viaje por un congreso médico por lo que la vivienda estaría a su entera disposición. La idea era pedir unas pizzas, mirar una película y si tenían suerte, lograr que pudiese distraerse de sus preocupaciones.

Acababan de marcharse cuando el teléfono comenzó a sonar.

—¿Hola?

—Hola, Lili —saludó una voz familiar y lejana a la vez.

—¡Martín! ¡Qué lindo escucharte! —exclamó con alegría. —Él y Federico se habían enemistado años atrás y aunque ella se había esforzado por convencer a su marido para que lo perdonara, este era un tanto rencoroso—. ¡Pasó tanto tiempo!

—Lo sé, Lili. Justamente por eso llamo. Quería avisarles que tengo novedades y voy de camino a tu casa.

Ella enmudeció de repente. A juzgar por el tono de su voz, las mismas no debían ser buenas.

—¿Lili, seguís ahí?

—Sí, sí, perdón, es que me tomaste por sorpresa. Te esperamos, entonces.

—De acuerdo. Ah y la chica debería estar presente.

—Está bien. Me aseguraré de ello.

Cortó la llamada y se apresuró a salir a buscar a Virginia antes de que se marchara en la camioneta junto a sus hijos. 

 

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Entre dos destinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora