Capítulo XVI

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Los meses comenzaron a pasar, y tanto Dio como Jonathan pasaban la mayor parte del tiempo conviviendo, ya fuera hablando después de clases en el árbol, en sus clases de historia, o almorzando en el casino cuando podían. Día a día, Jonathan le sacaba una sonrisa al contrario, y este poco a poco le abría más y más su corazón. Su cercanía era notoria, y la confianza que se tenían aumentaba con el pasar de los meses.

Los días juntos se volvieron costumbre, y cada vez las cosas iban mejorando para ambos chicos. Jonathan notaba el cambio que tenía su ayuda en Dio, lo veía mucho más expresivo, alegre y disminuyendo casi por completo su forma déspota y cruel de ser.
El rubio por su parte ya no robaba como acostumbraba a hacer cada vez que tenía la oportunidad, y se desligó casi por completo de cualquier acto de delincuencia que su pandilla le propusiera hacer. Sabía que esa vida ya no era para él, y no imaginó jamás lo feliz que podía ser con todo lo que tenía ahora.

Quería que Jonathan se sintiera orgulloso de él.

(...)

Alrededor de 4 meses pasaron desde que Jonathan comenzó a ayudar a Dio, y aquel día, el peliazul se encontraba (como de costumbre), bajo la sombra del árbol en el que siempre se encontraban, esperando a que Dio llegara.
No había notado lo ansioso que se ponía cada vez que pensaba en el rubio, ni lo mucho que sus sentimientos habían crecido hasta ese entonces.

Una llamada interrumpió los pensamientos de Jonathan, quien, al ver de quien se trataba, se puso pálido de inmediato.

«Erina»

Con nerviosismo desbloqueó la pantalla del teléfono y contestó la llamada, rogando porque su novia no quisiera hablar mucho rato.

—¿H-hola, Erina?

—¡Mi amor! — Erina contestó animosa como de costumbre —al fin podemos hablar, ¿cómo estás?

—Uhm... —Jonathan lo pensó un poco: estaba físicamente bien, sin embargo... sus sentimientos estaban algo confusos. Fingió como si no pasara nada —¡Super! —mintió —hace un rato terminé con las clases, ¿y tú amor?

También, el semestre ha sido agotador —suspiró —¿cómo va todo?

—¡Bien! ¡Los ramos me encantan, los profesores explican muy bien! —sonrió —¿y qué tal va tu carrera, amor?— preguntó con tal de desviar la atención, deseaba que por nada en el mundo se mencionase a Dio. Él anteriormente le había contado que era un tipo loco que había golpeado a uno de sus grandes amigos, algo que desde luego había preocupado a la rubia.

—Bien, todo bien.

Erina continuó hablando por un buen rato, sin embargo, no sentía que Jonathan le pusiera atención. Estaba bastante extraño y distante de hace tiempo.

—¡Oh, acabo de recordar!— dijo después de un rato la rubia —¿que hay de ese chico que te molestaba y que golpeó a tu amigo?

Mierda.

—Eh... ¿Dio? N-no pasa nada ahora —apresuró a decir. —Está... tranquilo todo, ya estamos en buenos términos.

—¿No ha seguido molestándote?

—P-Para nada —sonrió a través de la línea —incluso ahora somos amigos.

—Wow, que extraño... de todas formas me alegra. ¿Por qué me dijiste que comenzó a molestarte?

Mierda, mierda, mierda.

—Fue... uhm... yo...

Es en ese entonces el peliazul divisó a Dio aproximarse a él a paso rápido.

Cuestión de Orgullo (JJBA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora