Capítulo XXIII

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La semana transcurrió con total normalidad tanto para Dio como para Jonathan. Se veían todos los días después de clases, y cada día se hacían más y más cercanos.
Jonathan no podía creer lo feliz que era junto al rubio, pues jamás imaginó estar tan contento con alguien como lo era cuando estaba con su amado.

El día Viernes de esa semana, después de clases, Jonathan fue a la habitación de Dio a pasar la tarde juntos. Éste último tenía varias películas y las verían juntos aquel día.

—Prometo portarme bien —le dijo Dio a Jonathan, recordando lo sucedido la vez anterior.

—Creo en ti —respondió el aludido, ya no se sentía incómodo en lo absoluto. Dio sonrió igualmente.

—Compré unas botanas —prosiguió el rubio —papas, palomitas, galletas... no sabía si preferías dulce o salado así que compré ambas. Si aún tienes hambre podemos comprar pizza o algo así. O quizá podrías cocinar algo —se sonrojó, le gustaba mucho como cocinaba Jonathan.

—Si gustas cocino —le ofreció alegre. Sabía que Dio no se negaría —solo dime qué tienes a disposición y me las ingenio.

—Mmh, la verdad no mucho, pero ahí vemos luego. Por ahora podemos comer lo demás que compré ¿qué película te gustaría ver?

—La que quieras, menos de terror —aclaró el peliazul.

—Mmh... —Dio se quedó pensando —¿las románticas te gustan?

El peliazul no evitó reír ante el comentario.

—Se podría decir que sí, Dio.

—Entonces podríamos ver una de esas —el menor le muestra a su peliazul entre varias películas que tenía en formato DVD, una de sus tantas adquisiciones en sus tiempos de delincuente —elige una.

—Uhm... —Jonathan coge la del medio —ésta.

—¡Ok! —Dio coloca la película en el reproductor y procedió a abrazar a Jonathan —¿estás cómodo?

—¡Súper! —le respondió, colocando su cabeza en el hombro del contrario.

El rubio le ofreció a su amado la comida que había comprado y así vieron la película, que era bastante enternecedora a decir verdad.
Ya cerca del final, Dio comenzaba a quedarse dormido, la verdad no era muy fanático de esa clase de películas, solo accedió a verla por Jonathan, quien agradeció profundamente la amabilidad de Dio al acceder a ver lo que él quisiera.
A los ojos de Jonathan, Dio se veía extremadamente tierno durmiendo, tanto así que no evitó tomarle un par de fotos, haciendo que el fotografiado despertara producto del sonido de la cámara.

—Hey, ¿qué haces? —preguntó aun con los ojos entrecerrados.

—Perdón —Jonathan se sorprendió y rió un poco. —Te veías muy tierno Dio, fue inevitable.

—No estaba dormido... —dijo mientras se refregaba los ojos

—Sí, claaro —agregó sarcástico el contrario y le tomó por la nariz.

—Oye, es cierto —Dio intentaba sonar convincente —vi toda la película.

—Si prefieres ve a dormir y me regreso a mi habitación —apresuró a decir el peliazul, evitando todo lo anterior —es mejor que descanses apropiadamente —le acarició el cabello.

Dio iba a decir algo a modo de respuesta, cuando justo fue interrumpido por un sonido proveniente de afuera. Había comenzado a llover hace un rato y ahora​ y se oían fuertes truenos.

—N-no te vayas —Dio abrazó con fuerza a su amado —no me gustan las tormentas —admitió, algo avergonzado.

¡Qué tierno! pensaba Jonathan al instante que le devolvía el abrazo.

Cuestión de Orgullo (JJBA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora