6 de septiembre, 2017,
Ciudad de Country Narvarte
¡Maldición!, se había gastado casi todos sus recursos en la búsqueda de un nuevo empleo, otra entrevista descartada, otra más que se iba derechito a la chingada, otra entrevista en la que otro godinez gordinflón de recursos humanos concluía con un "nosotros le llamaremos", cuando no significa otra cosa que: "no eres lo que estamos buscando". Si esto continuaba así definitivamente iría a parar a la inmundicia, pensó Guillermo con pesar, pasándose frustrado la mano por el pelo y el periódico en la otra mano. Debía la renta de cuatro meses y el señor García no se mostraba especialmente amable en los últimos días.
Fue en mayo cuando a Guillermo lo habían despedido sin ninguna explicación aparente, aunque bien sabía que la explicación traía consigo un trasfondo rubio: su ex. Seguía molesto, por supuesto, incluso molesto era poco con la cólera que se intensificaba en sus entrañas en contra del padre y la hija; sentía las tripas hervir con sólo recordar la sonrisita maquiavélica de la güera diciéndole adiós con cuatro dedos y un beso al aire, mofándose sin consideración mientras salía por la puerta con una caja llena de sus pertenencias, o bien podrían ser sus tripas contrayéndose, o también estaba el hecho de que no había comido en todo el día.
Revisó en su bolsillo, revisó en el otro, ah caray...ah caray.
Buscó en las partes traseras del pantalón, tanteó su cuerpo entero, casi hacía la danza allí mismo de la macarena, en medio del Centro y frente a todos. ¡Tremendo descuidado! Eres un idiota, Guillermo, un idiota, se reprendió así mismo con una fuerte palmada en la frente.
—Vaya, vaya... lo que hace Dios cuando está contento. Papacito —Guillermo alzó la vista cuando el papacito fue demasiado cerca y con acento sureño. Pudo ver como una lechoncita con demasiado pintalabios le hacía ojitos.
Él le devolvió una especie de sonrisa, un gesto más cercano al apremio, ni siquiera un sonrojo. El rompe corazones jamás se sonrojaba, ni pasaba vergüenzas por cosas como esas, estaba tan acostumbrado a las miradas féminas, a la labia y también a la lascivia de las más descaradas que lo tomó con humor. La amiga de la lechoncita, a espaldas de esta, le mostró el dedo medio con ira pura. Esperen... ¿esa no era Karla Domínguez? Ipso facto, sufrió del nistagmo y sus ojos fueron a dar al contoneo de Karla Domínguez. Bah. Que más daba, podría ser la mismísima Scarlett Johansson y el seguiría desempleado, con un apetito voraz, cuotas de recibos por pagar y con la billetera extraviada.
Se giró en talones en dirección a su punto de partida, tal vez si se apresuraba aún podría encontrarla y, si tenía suerte con los patéticos billetes de veinte en su interior.
Y la tuvo, inverosímil, pero cierto; y con cantos gregorianos el cielo iluminó justo a la cabeza de la viva imagen de sus pesadillas, quien revolvía la billetera para sacar lo que parecía ser su identificación. Se le atrincaron las tripas del coraje, y sólo pudo relajarse cuando la chica levantó la cara y se dio cuenta de que efectivamente, su ex y su hermana tenían un físico y constitución ósea muy similares, sin embargo, Andrea contaba con algo que la diferenciaba de su desquiciada hermana mayor y eran los ojos vivarachos y aire desvergonzado del que su ex y sus padres se quejaban todo el tiempo. Le sorprendió verla en esa postura, con los hombros caídos hacia delante y los codos apoyados en las piernas, llevaba consigo una pinta alicaída, como si las cosas no marcharan de acuerdo a lo planeado, más seria, más madura y con el rostro afligido.
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El anhelo del tiempo © [ SERÁ RE-EDITADA]
Historical FictionAQUÍ NO. Ya se actualiza su nueva versión en este mismo perfil y con el mismo nombre.