No se extingue.
En la desesperanza la llama en ebullición arde en fervor y frenesí.
Tengo sed de ti, aquí estoy; abrázame, no voy a soltarte; bésame, déjame probar de tus labios; quiéreme, deseo entregarme; protégeme, lucharé a tu lado. Mírame, en confesión te ofrezco mis secretos.
Pero no te marches, no cuando te siento.
Ardía en fiebre, y en sus delirios pronunciaba su nombre, lo repetía una y otra, y otra vez. Su cabeza se movía de un lado a otro consumido por la angustia; sus facciones deformadas por el tormento de una pesadilla le daban un aspecto marchito, y desolado. El crepitar de la chimenea se mezclaba con la serie de sacudidas violentas y los balbuceos con los que mencionaba fervientemente a una mujer de nombre Alicia. Una oleada de celos me había golpeado con la fuerza de un huracán la primera vez que le escuché decirlo; al principio solo eran murmullos parecidos a "Cia, cia", hasta que los murmullos se volvieron cada vez más claros y nítidos, dando la sensación de que realmente hablaba con ella. No obstante los celos fueron reemplazados rápidamente por la culpa, la vergüenza y la desesperación. Mezquina desvergonzada por sentirme de esta manera cuando Vicente se encontraba en tal estado deplorable; cuando era mi culpa que la muerte le ofreciera asirse al manto.
—Alicia...
—Shh, estoy aquí...estoy aquí...—en seguida, y con sumo cuidado dejé reposar el paño mojado sobre su frente empapada de sudor—...estoy aquí...
"Imposible. El Reloj no se equivoca. Jamás. No hay intervención divina, él concibe sus propios milagros", había mascullado Zela mientras a pasos apresurados salía con la expresión confusa y llevando un espejo en las manos.
—Lo he arruinado, Ali—dijo Vicente tomándome por la muñeca para acercarme a él. Quise decirle que no era ella, sino Carina, pero no me atreví a hacerlo. Respondí algo como "mmh".
—Lo he arruinado con una chica. Sabes, realmente me gusta... ¿Qué si es hermosa? Es como ver el atardecer... Cada vez que le escucho reír me tiemblan los huesos, y si estoy lejos de ella me siento el más desgraciado de los hombres; la veo en la luna, la siento en el canto de las aves; su perfume está en las flores...No es muy inteligente, no tanto como tú, es torpe y poco refinada, pero posee tu espíritu, ese espíritu guerrero, el de una salvaje amazona que busca su lugar en el mundo, y pelea aun encadenada a una jaula de oro por el mismo hombre que las ama...¿El jardín? Descubrió hasta el último rincón, le gustan las orquídeas, pero estoy seguro de que prefiere las gladiolas. Las rosas y de color naranja... Tiene los ojos tristes, sé que quiere volver...Sí, tienes razón, debe regresar a su hogar, con su familia, ¿eh? ...Debo permitir que vuele como las aves...
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El anhelo del tiempo © [ SERÁ RE-EDITADA]
Historical FictionAQUÍ NO. Ya se actualiza su nueva versión en este mismo perfil y con el mismo nombre.