(10)

1K 122 76
                                    

ALEC

Cuando llegó a casa, solo escuchó como los jarrones caían al piso uno por uno y se hacían añicos en el suelo, corrió hacia donde había escuchado aquellos ruidos llegando a la sala, y pudo ver que todo era un desastre, un rotundo desastre.

Isabelle estaba en su forma animal, mostrando sus colmillos que mostraban su molestia, pero no entendía porque les mostraba aquella molestia al sirviente Merliot ¿Acaso tuvieron problemas? Miró la sala, los mayores no estaban cerca, tampoco se veía a Simón, solo Jace y Clarissa junto a Merliot.

—Izzy, no— advirtió Merliot.

Tenía sus manos detrás de su espalda como si escondiera algo, Jace trataba de detener cualquier cosa que Isabelle quisiera hacer, pero era inevitable, Izzy era su animal interior cuando se enojaba.

—Loba mala... ¿Mostrándole tus colmillos a tu amigo?

Todos se volvieron a mirarle, se pudo escuchar el suspiró por parte de Jace y como Merliot agradecía con la mirada mientras volvía su mano hacia adelante, Isabelle había bajado la cabeza como una forma de sumisión. Alec comenzó a caminar hasta donde estaba Merliot y este abrió las manos para mostrar un roedor blanco.

— ¿Qué sucedió?— preguntó Alec.

El sirviente como solía hacer siempre, bajó la cabeza y estiró sus manos dándole al animal.

—Es Simón Lewis, señor Alexander. Tiene problemas con su transformación y no puede volver a su cuerpo humano— respondió Merliot— y Izzy se lo quería comer.

Alec comenzó a reír divertido, agarró de la cola del roedor y lo dejó de cabeza mientras miraba a Isabelle.

— ¿Querías hacerle daño a este niño, Isabelle?

Su hermana comenzó a gruñir mientras el pelaje de su nuca, ese negro azabache igual a su pelo humano, se levantaba, pero Simón no tenía la culpa de aquellas reacciones de su hermana, si no sus padres por haberle traído.

— ¿Quieres esto?— preguntó Alec.

Mientras dejaba que el ratón nervioso se moviera de un lado a otro, entonces Isabelle asintió, pasó su lengua por su hocico como una manera de que quería deborarlo. 

—Alec, déjalo ya...— dijo Jace.

Aunque era divertido ver tal enfrentamiento.

—Señor Alexander, por favor deme al chico— dijo Merliot—, no sería bueno que supieran esto sus padres.

Entonces Alexander dejó escapar a Simón, quien comenzó a correr fuera de la sala.

—Ve por el Izzy— dijo Alec.

Viendo como su hermana corría detrás del roedor. Aparto su vista de la rata para no caer en la tentación de querer jugar, se llevó la vista de un Jace furioso y un Merliot preocupado.

— No pongan esa cara, el chico se va a esconder por ahí y ella no le hará daño.

Un jarrón cayéndose y un aullido lastimero se escuchó en la sala sorprendiendo a los tres, salieron corriendo hasta donde lo habían escuchado y Alec solo tomó aire asustado, su madre estaba en la sala con un palo de acero en su mano, en el suelo estaba Isabelle en su cuerpo humano llorando en silencio.

Alec corrió hasta donde estaba ella, arrodillándose a su lado para tomarla entre sus manos y después alzar su mirada a su madre.

—Dijiste que no lo harías— dijo Alec— que no lo usarías más...

Simón volvió a su forma a una distancia de ahí, temblaba y sonaba su nariz como si hubiera estado frente a su muerte.

— No permitiré estos comportamientos, debe comportarse como tal— dijo Maryse— como una Lightwood.

Alec alzó el cuerpo de su hermana entre sus brazos, dirigiendo la mirada de desacuerdo a su madre.

— No voy a permitir estos comportamientos de ti—dijo Alec molesto— No lo vuelvas a hacer, nunca más.

Comenzó a caminar hacia la habitación mientras sostenía a su hermana con fuerza. Estaba inconsciente por el impacto del golpe. Alec tenía miedo porque podía haberle pegarle mal y dejarles graves daños y su hermana no merecía eso. 

— Despierta Izzy.

No quería esto, no quería recordar los daños que se le habían quedado a ella y a Jace a su poca edad, cuando sus padres sacaban aquel fierro como su método de enseñanza, solo por tener un ideal distinto, por querer algo que ellos tenían en desacuerdo.

— Pequeña, despierta, solo fue un susto.

Entonces los ojos negros de su hermana se abrieron, pero ya no eran negros como antes sino grises, como las de los lobos, como tantas veces habían investigado los dos juntos sobre aquellos animales.

— ¿Qué sucede?— preguntó Isabelle. 

Alec la dejo en el suelo mientras sacaba su celular para estirar a sus manos ¿Qué había pasado? Quería los ojos negros de su hermana de nuevo. Isabelle tomó el celular y se miró a través del reflejo, debía de haber estado tan cansada y dolida para asustarse.

— Debo irme de aquí, antes de que pase como lo del señor Morgenstern.

Alec quiso entenderle, preguntarle de lo sucedido pero ella ya había corrido en búsqueda de Merliot.

Destinado. •Malec•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora