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El día siguiente fue la peor pesadilla que pudo vivir Alexander, se estiró en su cama después de una noche de insomnio, no podía dejar de pensar en cómo había fallado a Magnus y este debía estar molesto con él, sintió a su lado un poco de pesadez en las sábanas, sin darle importancia paso sus manos por su cara y dejó escapar un bostezo, abrió los ojos sintiendo la molestia del sol entrando por la ventana.

— ¿Por qué no cerré las ventanas?

Sintió un ronroneo a su lado y asustado miró hacia donde lo había escuchado, a su lado, un felino de pelaje blanco estaba estirando sus patitas y abriendo sus ojos azules, el gato trató de acercarse pero Alec gritó.

Comenzó a hacer hacia atrás sin darse cuenta que la cama había acabado y el estaba cayendo de espalda al suelo, el gato volvió a su cuerpo humano mostrando a la muchacha rubia que había venido a hacerle la vida imposible.

—Hola cariño.

La puerta de la habitación se abrió dejando a la vista a sus dos hermanos mirándole preocupado, para después mirar a Lidya.

— ¿Qué haces tú aquí?— preguntó Isabelle.

Su hermana había dejado en claro que no le caía bien la chica y que haría todo lo posible para que se fuera del lugar, ahora parecía molesta a verla sobrepasar los límites de intimidad, Alec la quería fuera.

—Compartiendo momento con mí esposo.

El ojiazul se levantó y caminó hasta sus hermanos, se sentía avergonzado ya que estaba en ropa interior, no le gustaba lo que estaba pasando, ni lo que estaba haciendo esa chica.

—Eres una desconocida, vete a tu habitación y si te vuelvo a ver aquí, te la verás conmigo— musitó Isabelle.

Lidya no sé dejó intimidar, se paró para colocarse frente a Isabelle y enfrentarla, sus manos en sus caderas y una sonrisa superior.

—Soy la mujer de Alexander— respondió Lidya— tu ten cuidado conmigo, que yo decido que hacer y qué no hacer en esta casa.

Isabelle dejó que la palma de su mano fuera en dirección a la mejilla de la muchacha y el golpe de esta llenará los oídos de los dos hombres que estaban ahí, quienes se sorprendieron y se llevaron las manos a la boca.

—Y yo soy la hija de los responsables de aquí, hermana de Alexander, esta casa es mía—dijo Isabelle— así que piensa bien si quieres meterte conmigo.

Alec se entrometió entre las dos, agarró del brazo de Lidya y la empujó fuera de la habitación para cerrar la puerta en su cara, quedándose adentro con sus hermanos, suspiró por el despertar que se había llevado y fue en búsqueda de un pantalón.

—Agh no la soporto— se quejó Isabelle.

—Cálmate Izzy, mamá está encantada con esta muchacha, si sigues enfrentando recibirás algún castigo— dijo Jace.

Los tres se sentaron en la cama, empezando a reírse de la situación vivida, era algo que no olvidaría ninguno y quedaría como anécdota. Después de unos momentos Alec se decidió en confiar en sus hermanos y pedirle un consejo, ellos sabían más de regalos para otra persona.

—Chicos. — los llamó.

Estos estaban haciendo una clase de imitación de Lidya y se reían con ello, pero a percibir el llamado los dos se detuvieron para mirarlo, esperando a que hablaran.

— ¿Qué se le regala a una persona a quién fallaste de ir a su cumpleaños?

Los dos se miraron asombrados, Isabelle se acomodó en la cama y empezó a aplaudir emocionada, en cambio Jace sonrió esperando a que continúe.

— ¡Cuéntame todo!

Alec asintió, empezó a relatarle quién era, cómo se llamaba, donde se habían conocido y lo que sentía, que había pasado en ese poco tiempo y que había pasado la noche anterior, como había fallado en ir a una fiesta por Lidya, también le mostró el collar, y como quería que Magnus se le pasará el enojo.

—Compra un gran pastel y colócate dentro— opinó Jace.

—Desnudo— agregó Isabelle.

El ojiazul se comenzó a poner colorado, para taparse la cara, avergonzado.

— ¡Chicos!— se quejó.

—Está bien, está bien— suspiró Jace— invítale a una cena.

—O a ver una película y una merienda— opinó Izzy.

Alec asintió pensando que le gustaría más a Magnus.

—Quiero conocerle— dijeron al unísono.

—No— respondió Alec— ahora fuera de aquí, que quiero bañarme.

Sus hermanos con una risa burlesca se fueron de la habitación, sabía que estarían molestando con Magnus por unos buenos días. Después de pegarse un baño y haberse puesto una ropa cómoda, salió de su habitación para irse a trabajar, pero se encontró con Lidya, olvidaba que esa chica estaba en casa.

— ¿Dónde vas?

Trató de que al responderle no saliera de mala manera.

—A trabajar.

—Iré contigo.

El ojiazul abrió los ojos asombrados, no quería que la chica fuera donde Magnus estaba.

—No.

—Yo mando en esta relación, acuérdate— dijo Lidya— ahora iré contigo.

Apretó sus manos en puño, mordió sus labios y dejó que el aire que estaba acumulado en su cuerpo saliera por su nariz de una manera brusca.

—Está bien, vamos.

N/A: ¡Hola! Después de tantos días desaparecido regrese. Bueno he estado comentando hace tres capítulos pero ahora he vuelto realmente. Espero que le estén gustando está historia.❤

Espero que entiendan que he hecho a Alec muy "Sumiso" por su familia, aún me falta explicar por ello, y porque siempre está dispuesto a ayudar a los demás antes que a el mismo. Yo me guío con un Alexander de los libros y espero que entiendan porque es así. No quiero que piensen otra cosa, les explicaré más adelante todo.  💕

Destinado. •Malec•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora