(30)

846 111 44
                                    

Alec.

Bajo siendo guiado por Raphael, quién se veía muy diferente detrás de su traje negro brillante y su máscara blanca que combinaba con su camisa y su pañuelo, parecía más grande, más corpulento y formal de lo que le había visto antes. Cuando había finalizado las escaleras y se había abierto la puerta, Raphael desapareció dejándole solo, Alec trató de buscar con la mirada a sus hermanos o alguien que pudiera decirle que hacía, pero solo se llevó la sorpresa de que su madre lo estaba casi arrastrando, susurrando molesta entre dientes, hasta el centro del lugar donde le esperaba Lidya.

—Esto ha sido una falta de respeto Alexander— musitó Maryse— pobre Lidya ¿Sabes cómo todas estas personas comentaban de ella? Es un poco más considerado.

Alec miró un poco a las personas a su alrededor, conocía a tres o cuatros personas, de ahí en más no conocía a nadie más.

— ¿A los contratados? Después de que le pagues ni sabrán que fue de ustedes la fiesta.

Su madre le apretó con fuerza el brazo.

—No te sobrepases, yo no te eduque así.

Alec sonrió a penas, si seguía molestando su madre perdería la poca paciencia que le quedaba y el podría salirse con la suya, la fiesta se arruinaría y el podría huir. Pero también tenía sus consecuencias y por alguna razón a veces temía de la mentalidad de su madre.

—No me gusta esta fiesta— dijo Alec.

Cómo solía hacer de niño, para ver si aún tenía la chispa, y podía convencer a su madre de que se fueran y cancelaran todo.

—Entonces has que te gustes.

El ojiazul dejó escapar un molesto gruñido y rodeó los ojos mirando a Lidya a lo lejos hablando con un chico de pelo plateado y alto, dejaban escapar carcajadas divertidas, cuando él se acercó, los dos dejaron de hablar para mirarle.

—Acá estás ¿Donde te has metido?— preguntó Lidya.

Maryse se alejó del lugar para dejarlos a los tres, mirando al chico se dio cuenta que era alguien conocido, Jonathan hermano de Clarissa.

—Jon...

El chico abrió los ojos asombrado y lo interrumpió.

—Felicidades, soy Sebastián Verlac, te has ganado la fortuna con esta bella dama.

No dijo nada, no sabía qué clase de mentiras le había dicho a la muchacha y porque razón lo estaba haciendo, dirigió su mirada a Lidya que no le sirvió de mucho ya que estaba embobada mirando al muchacho rubio.

—Si quieren vuelvo más enseguida— opinó Alec.

Que estaba esperando el "Si" y él pudiera invitar un trago, a quien sentía cerca a él.

—No quédate, ya todo está por empezar— dijo Lidya— Sebastián, hablaremos más tarde.

El chico asintió con una sonrisa coqueta y se alejó, la música que estaba sonando en el fondo disminuyó y un hombre corpulento, con un pequeño y formado bigote apareció con un micrófono en su mano.

— ¡Al fin ha aparecido el novio!— dijo el hombre— ya podemos empezar con esta ceremonia, antes de que se vuelva a desaparecer.

Y todos rieron haciendo que Lidya se molestara más y le hiciera una seña al conductor como si fuera a cortarle la garganta.

—Está bien, al parecer la novia está ansiosa— volvió a decir el chico— aplaudan a esta pareja que han decidido comprometerse tan jóvenes sin conocer en lo que se han metido.

Alec trató de no reír por escuchar la molestia que estaba teniendo su compañera, cuando vio a Jonathan sacarle el micrófono al hombre.

—Olviden lo que ha sucedido hace unos momentos— dijo Jonathan— aplaudan a esta hermosa pareja, que está festejando su compromiso y el comienzo de un vínculo que durará por años.

Todos aplaudieron y Alec pudo ver como Lidya sonreía encantada con el "Sebastián" que estaba dirigiendo la fiesta.

—Ahora siéntense donde quieran y preparen sus mentes para apreciar la fiesta que nunca más podrán apreciar— agregó— y alaben a la bella dama que lamentablemente se va a casar.

Alec agarró un tragó que Merliot andaba pasando en una bandeja mientras Lidya parecía coquetear con el rubio.

—Si tanto te gusta Sebastián, no te cases conmigo, lucha para ser feliz— aconsejo Alec a Lidya.

La chica le miró con una sonrisa radiante.

—No me importa el amor, me importa el dinero querido esposo.

Eso le había tomado de sorpresa, esa mujer estaba traumada, le dedicó una sonrisa cínica y buscó con la mirada a Magnus, quién le dio una sonrisa para darle ánimos.

Destinado. •Malec•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora