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Alec.

Cómo estaba haciendo los últimas días Alexander y sus hermanos, como los dos chicos que ya no eran más sirvientes siendo parte de la familia, se encargaban de la mantención de donde se habían alojado temporalmente, y él tenía más tiempo para pasar en casa por precaución de que Lidya o sus padres quisieran llevarlo de nuevo a la casa, eso había hecho que con Magnus ya no se vieran la mayor parte del tiempo, al contrario mientras él debía quedarse encerrado en casa, el moreno andaba detrás de Jonathan cumpliendo todos sus últimos deseos, podía decirse que estaba un poco celoso, el chico le había pedido que fuera su dueño algo que el ojiazul lo había sacado de contexto y había pensado otras cosas, pero no podía decirle nada a su chico sobre aquello, porque sabía que si el abría la boca de lo que le molestaba entonces se armaría una pelea porque Magnus defendería que solo era su amigo y solo estaba cumpliendo su último deseo.

—Merliot ve con Simón a hacer las compras— grito Isabelle— estamos quedándonos sin comida.

Ese día Jace y Clarissa habían ido a hacer una ecografía por los controles matutinos del bebé, mientras que Isabelle y él estaban limpiando la casa como el calendario le daba el día que le tocaba, Simón estaba en el sillón con el nuevo celular que le había obsequiado Jonathan hablando con Raphael, mientras que Merliot establecía una conversación con Isabelle como sabían estar todo el día, Alec aún no podía creer que su hermana no viera que aquel chico estaba enamorado de ella, pero no haría nada, solo dejaría que se dieran cuenta a su tiempo y si ya veía que estaba tardando mucho entonces iba a intervenir.

—Pero yo avise que acompañaría a Raphael a jugar bingo voluntario junto a su madre y hermanos— se quejó Simón— hoy iba a conocerlos, todos se hicieron un tiempo, y cuando digo que todos, estoy hablando de su madre con sus siete hijos, más Raphael.

—Ya, ya deja de llorisquear niño—dijo Alec— ve a conocer a la familia, yo iré con Merliot, mi futuro cuñado.

Vio como Merliot se sonrojaba notando la indirecta, mientras que Isabelle solo comenzó a reír por la broma, agarró sus llaves del auto y se llevó con él al chico que por la vergüenza había bajado su mirada al piso, no quería tardar mucho, más rápido lo hacía más rápido volvería a casa para ver si Magnus aparecía en la casa, aunque de seguro no iría porque era el último día de Jonathan y el comienzo de su mascota. Si, admitía que estaba muy celoso de aquello.

— ¿Sabes dónde ir? — preguntó Alec.

Era un completo inútil cuando se trataba de compras, en su antigua casa no lo hacía, ni veía cuando llegaban o que se compraba, eso se encargaba los que pertenecían a la cocina, como Merliot que ya había pasado un año en su trabajo, así que era el que más sabía de esto.

—Primero al cajero, Isabelle me dio la tarjeta de Jace para retirar plata ¿Sabías que tú grandiosa hermana se ha memorizado el número tuyo y de Jace de las tarjetas? —susurró Merliot.

Así que por eso siempre faltaba plata en su tarjeta, ahora había descubierto que no eran los intereses que le sacaban, si no que su hermana andaba de compras sin querer tocar su tarjeta, después hablaría con Isabelle de eso. Llegó a un cajero y tomó la tarjeta, el también sabía el número de la tarjeta de Jace así que pidió a Merliot esperarle mientras caminaba hacia la calle de al frente y entraba a una casilla que sobresalía del banco donde se podía retirar plata mucho más rápido, metió la tarjeta a la máquina y cuando estaba por marcar el número, un ruido se escuchó fuera de la casilla para después recibir un golpe en la cabeza que le derribo cayendo en un oscuro sueño.

Cuando despertó podía sentirse dentro de un auto en movimientos, trató de sentarse pero se vio encadenado, quiso gritar pero su boca estaba vendada, comenzó a sentir su pulsación acelerarse y su miedo llegar a su cuerpo, no sabía dónde estaba, lo único que se acordaba estar en el cajero ¿Dónde estaba Merliot? El aroma del auto estaba inundado a perfume mezclado con cigarrillo y estaba rodeado de música, quería saber que estaba pasando.

— ¿Despertaste? Creí que el golpe ya te había matado.

Vio a Robert, su padre mirándole desde el asiento del copiloto mientras una cabellera rubia sobresalía del otro asiento, su padre estaba con Lidya en su secuestro, comenzó a sollozar pensado que todo lo que creía, que la calma que había cerca, no era porque se habían rendido si no porque estaban formando un plan, y tenía miedo de lo que pudieran hacerle.

—No nos dejaste otra salida, tu madre y yo gastamos mucho dinero para darte la mejor pareja, una familia con un linaje importante ¿Y tú te vas como marica con un chico? Eres decepcionante Alexander—siguió diciendo Robert— y por eso haremos esto a las fuerza, debes irte con Lidya, ella te dará una vida digna y podrás seguir siendo un chico, no un animal.

Sintió el auto detenerse y como la chica volteaba de su asiento para mirarle con esa mirada que cualquier chica psicópata tendría, en sus ojos se veía la molestia de todo lo sucedido, de ser rechazada y podía notarse que lo que menos quería era ser buena con él o vivir a su lado, hasta podía decidirse en matarle, nadie sabía.

— ¿Preparado para casarnos? Tus padres son nuestros testigos de casamiento.

Tenía que buscar una manera de escapar de aquel lugar y así poder encontrar una manera de localizar con Jace o Magnus, necesitaba ser encontrado y acabar esto de una vez, aunque si iba a la policía solo iban a reírse en su cara porque la ley solo protegía a las mujeres a pesar de no decir que no era así. Pero no pudo, cuando vio a Robert salir del auto, abrir la puerta de atrás y mostrarle un arma blanca.

—No todos podemos amar a quienes queremos— dijo Robert— se que ahora no vas a desobedecer, no harás nada para huir o tendré que hacer lo que no quiero hacer ¿Entendido?

El ojiazul asintió y vio como Robert comenzaba a sacar las cadenas con lentitud, sintiendo como el apretón de su cuerpo se iba y podía volver a respirar mejor.

—Esta vez serás el hijo obediente que estabas siendo todo estos días o no querrá verme enojado ni a tu madre— amenazó.

Le sacó la venda de la boca y le dio un tirón para sacarlo fuera viendo una capilla frente a su vista como Lidya que iba todo de blanco y Maryse que llevaba en su brazo un cuervo, Valentine el padre de los chicos Morgenstern, no habló mientras lo llevaban dentro de la camilla ni menos miró a su familia, la que estaba haciendo esto, sollozo en silencio esperando que sus hermanos con Magnus le encontrarán, cuando estaban en el altar por ser un casamiento rápido

Lidya sacó un frasco del bolsillo de su chaqueta sorprendiendo al hombre que tenía al frente y a él que a pesar de no saber que era, no veía nada bueno en ello.

—Un Kysanha—susurró el hombre— ¿Hay alguna razón para que tengas eso señorita? Se van a casar ¿Acaso no pueden unirse que necesitan hacerlo por este líquido?

Trago con fuerza esperando que alguien le ayudará, que su madre, la mujer que lo tuvo se arrepintiera o Robert su padre saliera con otro plan ayudándole, pero al parecer no fue así, nadie iba a ayudarle solo tenía que afrontar su destino.

—Solo lo tomara él, yo ya me he unido pero mi esposo tiene una enfermedad—fingió Lidya—nos amamos y no soportaría perderle, por eso el está de acuerdo con tomar esto.

Alec cerró los ojos esperando lo que pasará.

—No te preocupes, tú no lo tomarás— susurró Lidya a su oído— hay otro en blanco, tu solo serás alguien muerto, gatito.

La vio como dirigía su mirada a Robert, su padre, pero algo le decía que no era solo a él a quien quería, porque guardo el frasco con una sonrisa en su cara, como si estuviera esperando algo o supiera que iban a ir a buscarle.

"¿Jonathan?" Susurró. "¿Qué está pasando aquí?"

Destinado. •Malec•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora