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Magnus.

Dos días pasaron y el moreno no se separaba de Jonathan, al igual que los demás chicos y su familia, se habían tomado los tres días que faltaban para estar junto al chico de ojos verdes y demostrarle lo cuanto le querían como el aprecio que le tenían, los recuerdos vividos, también sentándose a escuchar sus aventuras y dándole festines de comidas antes de que el momento de su transformación comenzará y solo pudiera comer comida de pájaros, con esas justas y por parte de Raphael había descubierto que los adolescentes Lightwood se habían mudado de su casa y los sirvientes, en esos dos días no había podido ver a Alexander más que una hora que volvía a irse temiendo que su padres fueran buscándolo ahí o la loca de Lidya, pero siempre estaba el yendo en la noche a su nueva residencia para ir a acurrucarse en su cama dándole su apoyo a ese momento difícil que estaba pasando.

Pero en el día sabía estar detrás de Jonathan cada momento, hasta le había mostrado todo lo que había comprado para mantenerlo y comenzarlo a entrenar cuando se volviera en un cuervo salvaje, también iba a empezar a tener cuidado con Lidya ya que la había escuchado que se lo quería llevar con ella, no dejaría que eso pasará, nunca tendría descuidado a su amigo. Cuando llegó el segundo día como lo habían planeado con el chico se preparó para acompañarlo a la casa de los Lightwood, con Valentine y sus pertenencias para dárselo a los adultos, esperaba que no se armara un problema cuando se vieran, lo que menos quería era eso cuando se iba a dar algo importante para Jonathan.

— ¿Estás listo?

Lo que lo había sorprendido mucho era la tranquilidad y la alegría del chico, como si en verdad no sintiera que después de ese día el solo sería un pájaro de pelo negruzco y ojos rojos como los de su padre, que ya no podría ser ese chico que le gustaba atender la tienda, burlarse y hablar de más, solo un animal que le miraría desde lo lejos donde Magnus le había decorado para tener su lugar, caminaron fuera de la casa del chico, Magnus con toda la pertenencias del animal a quien iban a regalar mientras que Jonathan tenía el pájaro en su hombro susurrando en voz baja porque estaba haciendo aquello y quiénes serían sus dueños nuevos.

—Espero que no se arme la tercera guerra mundial por mi culpa— dijo Magnus un poco nervioso.

Caminaron calles arribas hasta llegar a la casa que siempre le gustaba observar, tenía una decoración bonita y elegante, era la única que parecía que dentro vivían gente de mucho dinero, aunque así era, los adultos Lightwood parecían tener mucha cantidad aunque culpa de ello había perdido a sus tres hijos quienes tenían un gran resentimiento ¿Quién podría ser capaz de amar tanto el dinero si no tenían el amor de sus cercanos? Al parecer las personas con una cantidad de dinero ya comenzaban a olvidarse de lo básico, y por eso a Magnus le gustaba las personas humildes que entregaban hasta lo imposible solo para hacer sentir a otro satisfecho. Golpearon la puerta y una mujer casi idéntica a Isabelle le recibió con una mirada sería y repugnante cuando llegó a él, al parecer estaba sola.

— ¿Qué quieren? — preguntó molesta.

Hasta que su mirada llegó hasta el cuervo y esa molestia cambio a una asombrada, había reconocido al animal tanto que levantó su mano para tocarlo y él pudo ver por primera vez como el cuervo dejaba acariciarse por la mujer, después de eso el pájaro voló hasta el brazo de la mujer clavando sus uñas dejando unas pequeñas marcas de su hecho aunque al parecer a la mujer Lightwood no parecía dolerle ni molestarle, se dio vuelta entrando a su casa, dejándolos a ellos dos ahí, Jonathan dio el primer paso para entrar detrás de ella y Magnus que no quería dejar solo a su amigo entró detrás quedando asombrado a ver el interior de aquella casa que era hermosa, aunque estaba silenciosa y era incómodo, siguieron caminando hasta llegar a la sala donde encontraron a la mujer sentada acariciando al pájaro como si fueran muy unidos desde tiempo, nunca había escuchado la verdadera historia que compartían los adultos ni el porqué los Lightwood eran los más unido al cuervo Morgenstern, pero aquello que veía decía más que todo.

—No lo había visto desde su transformación—dijo la mujer—oh mi querido Valentine, estás tan bien cuidado y adiestrado, pareces tener una vida tan digna a lado de tu cuidador.

—Soy su hijo mayor— dijo Jonathan.

La mujer le dio una mirada rápida.

—Lo sé, eres igual a él de joven, Jonathan Christopher Morgenstern— respondió la mujer— yo ayudé a tus padres a colocarte el nombre, me alegro que lo hayas traído para poder verlo, tu madre no me permitía verlo desde su transformación, tenía sus razones, solo dame un momento más así puedo disfrutar de su compañía y puedes irte con tu padre.

Magnus que aún seguía parado vio como Jonathan se sentaba a su lado y le daba una caricia al pájaro entendiendo el sentimiento de la mujer, mientras que el solo veía desde donde estaba parado aquella situación, suspirando por lo bajo tranquilo de que la mujer aún no le diera un palo por la cabeza o lo echara a patada de la casa.

—He venido aquí porque quiero que cuides de mi padre, tú y tu marido— dijo Jonathan.

Haciendo que Maryse le mirará sorprendida como si en verdad no creyera lo que el chico de pelo plateado estaba diciendo, sabiendo que ella había querido tenerle desde el principio, mucho antes de que Jonathan pidiera por quedarse él con su padre.

— ¿Enserio? ¿Por qué?

— Porque mañana yo sufriré mi transformación y no quiero que mi padre este a la deriva cuando se que tú lo querías más que yo.

La mujer esta vez le miró con los ojos lleno de lágrimas y Magnus se vio como un usurpador de ese momento tan íntimo, viendo aquellos sentimientos que la mujer estaba mostrando, una mujer que había sido cruel con sus hijos llorando por el destino del hijo del cuervo que tanto quería ¿Qué clases de sentimientos tenía por aquel hombre como para ser así? Solo ella podía saberlo y el mismísimo cuervo.

—Déjame tenerte a ti también.

Al parecer todo querían tener a los dos cuervos, pero Jonathan volvió a negar mirándole a él, para después sonreírle a la mujer, el ya tenía decidido qué hacer con su restante vida animal.

—Yo ya tengo a mi dueño— contestó — solo quiero que te quedes con él, lo cuides, por favor.

La mujer asintió y después de eso hablaron un poco más, Maryse podía verse más feliz, como si de un regalo muy preciado se tratara, esos minutos Magnus trató de no escuchar de que hablaban y así concentrarse en sus zapatos, aunque no eran interesantes, cuando el celular le vibro en el bolsillo de su pantalón, dejando todo en el suelo y al sacarlo vio el número de Isabelle, rara vez le llamaba así que debía tratarse de algo importante, al contestar solo escuchó una oración en un grito que hizo su mundo caer.

— ¡Lidya se ha llevado a Alec!

Cayó de rodillas al suelo y comenzó a respirar con dificultad, con esa mujer loca su Alexander no estaría a salvó, llamó la atención de la mujer y de Jonathan que se paró y trato de acercarse, pero no espero las preguntas cuando sabía que una de las ayudantes estaba delante suyo, solo salió corriendo fuera de la casa, sintiendo a su amigo corriendo atrás hacia la dirección donde se alojaba el ojiazul mientras que el iba rogando que solo fuera una broma, nada más que una broma y no una pesadilla, no cuando se acercaba el cumpleaños de su ojiazul.

Destinado. •Malec•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora