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Magnus.

Cómo lo había dicho estaba cerca de Alec, no tanto para que Lidya lo notará, pero si para que Alexander lo viera y dejará de andar tenso; la fiesta era un lujo, todo controlado, con comida deliciosa y un servicio de maravillas, todos parecían disfrutar de lo que le servían y más Raphael que coqueteaba con el mozo, Simón Lewis, cada vez que venía a ver si necesitaban algo más, culpa del moreno se llevaba retos por el sirviente mayor, quién no había visto nunca pero Isabelle le había comentado que trabajaba en su casa.

En la mesa donde estaba sentado estaban los dos hermanos de Alec, Clarissa y Jonathan quien no dejaba de mirar de aquí para allá, también lo acompañaba sus amigos quienes habían aprovechado para entrar a la fiesta y podía decir que habían podido congeniar bien, solo faltaba el ojiazul para que la mesa fuera completa, pero lamentablemente estaba en una mesa aparte con su prometida y sus padres.

La música era movible, había espectáculos para ver en la zona este del salón y en la oeste una mesa con postres, en la zona sur la barra de bebida, mientras que en la norte estaba la mesa, como la había llamado Jace, de la perdición.

—Magnus.

Volviendo a la realidad vio cómo Raphael, quién estaba sentado a su lado, le llamaba entre susurros, Magnus hizo una seña con su cabeza para decir que estaba prestando atención y que prosiguiera.

—Me voy a escapar con Simón, tienes que cubrirle— dijo Raphael— por favor.

— ¿Qué?— preguntó Magnus confundido.

Lo había tomado por sorpresa.

—Sí, cubrir a Simón siendo mozo, Isabelle dio visto bueno y si no lo haces te voy a culpar de mal amigo— respondió Raphael— por favor es mi primera cita con este chico.

Tenía razón, ellos dos eran los más unidos, no podía fallarle en esto, asintió para levantarse y seguir hasta el patio a Raphael, viendo como este disimulaba sacando un cigarrillo, Magnus comenzó a temblar, Lidya se daría cuenta y toda la familia Lightwood también lo haría.

Unos pasos no demoraron escucharse y ya tenía frente a él a Simón sacando su traje de trabajo para pasárselo, sin demorarse el sacó el suyo, estaban detrás de una pared, donde Magnus agradecía que nadie los vieras. Cuando la vestimenta ya quedó intercambiada, Simón le pasó su máscara negra con una sonrisa nerviosa.

—Merliot ya sabe de esto— informó el chico— y gracias por hacer esto.

Magnus acomodó las mangas de la camisa y colocó su nueva máscara para sonreír, capaz podría salirse con las suyas si lo deseaba, hacer una pequeña travesura si se animaba.

—Ya váyanse, antes de que me arrepienta.

Salieron rápido, ansiosos por tener ya la cena, y disfrutar de la velada. Magnus se adentro de nuevo al salón caminando hasta la cocina donde se encontró con el chico de trenza y la marca en su mejilla apurando a los cocineros, se le acercó, haciendo que el chico lo mirará de pies a cabeza.

— ¿Y tú quién eres?

Magnus remojó sus labios.

—El chico que está suplantando a Simón.

Merliot pareció acordarse y asintió sin parar a mirarle por tanto tiempo.

—Debes llevar esto a la mesa de Isabelle Lightwood, de inmediato.

El chico le pasó una bandeja con platos de comidas, sin pensarlo salió por las puertas hasta dirigirse a la mesa, colocó cada plato en su lugar y salió disparando de nuevo hacia la cocina, lo que menos quería era recibir burlas de la gente de la mesa.

— ¡¿Dónde están los mozos cuando se los necesita?!

Magnus volvió a acercarse sacando al nervioso de Merliot una sonrisa, recibió en sus manos una bandeja de copas de bebida.

—Debes llevar esto a la mesa principal, pero debes entregar las copas en su mano— dijo Merliot— no los dejes en la mesa o te voy a castrar por haberme llevado a mi muerte.

El chico asustado se dirigió a la mesa principal con la bandeja, sacó una copa y se la dio a una mujer de un poco edad, con un pelo largo azabache y una sonrisa cínica, la mujer lo rebajó con la mirada, después a un hombre calvo, con unos rasgos serios y un traje del mismo color que de la primera mujer, este si agradeció, después fue a Lidya, quién tratando de abstenerse a cometer un error y sentir su grito, se lo dio para recibir un recibiendo de mala manera, y como último su Alexander, quién trató de controlar su sonrisa y darle la copa de la forma mejor que podía, pero este tenía otros planes porque cuando lo recibió y Magnus se había alejado un poco el ojiazul dejó caer la copa desparramando todo el líquido en su ropa.

El chico y las tres personas que le acompañaban en la mesa se pusieron de pies.

— ¡¿Qué hiciste?!

Lidya estaba comenzando a atacarlo cuando Alexander explicó que Magnus no tenía la culpa porque había sido suya, entonces comenzó a caminar hacia los baños, sin antes llamarlo. Cayó en cuenta que todo era juego del ojiazul para estar solo, y a Magnus le encantaba eso. 

Destinado. •Malec•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora