Hero. Miraculous Lordbug (Editando)

El Bandido

Una figura alta se arrastraba con pesadez por la escalera de incendios. No podía ir a un hospital, no podía ir a su casa, necesitaba que su Kwami descansara o quedaría tirado en la calle y eso si que sería un problema.
Al entrar Natalia a su habitación habría esperado cualquier cosa a excepción de a Marín con el uniforme de Lordbug desangrándose en el suelo.

—Nat... necesito ayuda...

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Habían pasado un par de días desde que Lordbug había dejado de salir a las calles de París.
En la televisión había salido un comunicado del oficial Raincomprix en donde anunciaba que había emitido esa misma tarde una orden de arresto contra Lordbug. Desde ese día Marín pasaba sus días ayudando en la panadería, a veces visitaba a Adrianna, salía con Alim. Ya no era un héroe, ya no había nada que lo diferenciara de los demás chicos. Era un joven normal que atesoraba un recuerdo de sí mismo saltando por los edificios y balanceándose, salvando personas. Un recuerdo que cada vez parecía más lejano.

—Mari! Adrianna vino a verte!

Adrianna? Seguramente había pasado a comprar algo de la panadería. Marín bajó rápidamente las escaleras y efectivamente, ahí estaba: Sus cabellos dorados sueltos sobre sus hombros, parada al pié de las escaleras con una sonrisa.
Apenas Marín había pisado el último escalón Adrianna se lanzó hacia él y le rodeó el cuello con sus brazos.

—A-Adrianna, ¿Que estás haciendo aquí?— Adrianna separó su rostro del pecho de su novio.

—Hola, muy bien, gracias, también me alegro de verte.

Marín sonrió y devolvió el abrazo con más fuerza.

—Me alegro muchísimo de verte gatita.— Adrianna sintió la calidez de su novio por un momento más antes de separarse.

—Ya ha sido un mes, ¿no te dice nada?— El castigo de Adrianna había acabado.

Los padres de Marín espiaban detrás del marco de la puerta que daba a la panadería con mucha atención.

—Y...ya que estoy aquí...¿puedo conocer a tus padres?

Y como aparecieron se desvanecieron los señores Dupain del marco de la puerta para disimular al otro lado de la planta baja.

—De hecho...creo que es algo pronto...en lugar de eso, no te gustaría ir a dar una vuelta?

Adrianna fingió perplejidad ante la propuesta.

— Marin Dupain me está invitando a Mí a salir?— preguntó mientras colocaba una mano en su pecho en ademán de no creerselo. — ¿Estoy soñando?

Marín le mostró la lengua y se dirigió hacia la panadería. Su madre se apresuró a tomar una esponja y limpiar el mostrador mientras su esposo torpemente metía una bandeja vacía al horno.

—Mamá, ¿Pued...— Interrumpió el chico su pregunta al percatarse de lo que hacía su padre, pero decidió ignorarlo. — ¿P-puedo salir un rato con Adrianna?

— ¿Con Adrianna?, ¿Es una cita? — preguntó la señora Dupain con una sonrisa en el rostro.

— Algo así...¿Puedo ir?

— Claro que si! — ambos adultos difícilmente podían controlar la emoción. Su hijo estaba creciendo, le dieron algo de dinero y le observaron marcharse con Adrianna.

— ¿Crees que sean novios?— preguntó la señora Dupain.

— Pues si lo es...mi hijo es mi ídolo.

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La joven pareja se encontraba caminando por las bellas calles de sus ciudad, Marín terminó de explicarle porqué faltó a la corte.