Salida

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Detestaba sentirse así.
No era culpa de nadie, pero no podía evitar buscar un responsable.

Quería justificarse, tener un motivo para decir que todo aquello tenía una razón de ser, que podía detenerlo cuando quisiera. Pero realmente no encontraba la forma.

Estaba enfermo, abrumado, viviendo en constante incertidumbre, sintiéndose mal a pesar de no tener un motivo claro, necesitado sin la capacidad de exigir más.

Y es que Black Hat hacía lo que podía para demostrarle su amor.
No era alguien que le fuera a llenar de besos y abrazos la mayor parte del día, y sin embargo por él había aprendido a expresarse, a demostrar su cariño con ocasionales besos y caricias suaves que no sobraban sin escasear. Le daba regalos y lo llenaba de elogios.
Le dedicaba palabras dulces de vez en cuando, y soportaba las hirientes que podía soltar entre sus ataques de inseguridad, lo consolaba, lo sostenía en sus brazos intentando calmarlo, intentando ayudarlo.

Y sin embargo no era suficiente.

Se sentía solo, poco amado.
Que había prioridades más importantes ocupando mente y corazón de su amado, que cualquier atisbo de frialdad implicaba una ruptura inminente, culpa de la dependencia malsana que había desarrollado.

La inexperiencia e inmadurez le estaban jugando una mala pasada, y Black Hat no se lo merecía.

Como en un juego de ajedrez en el que desde hace mucho tiempo estaba en jaque, sin salida.

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