Sangre

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La sangre le escurría por el cuerpo, evidencia de la terrible situación a la que se sometió.

Su cuerpo magullado y herido, su mente cansada de tanto esfuerzo, sus ganas de seguir alejándose poco a poco.

¿Valía la pena pasar cada día al borde de la muerte bajo la amenaza de ser torturado hasta la muerte?
Siendo un genio nadie le iba a decir que estaba siendo idiota, no mostraba dignidad y se sentía como un soñador irracional. El más grande que jamás hubiera existido.

Idiota porque incluso un niño podía ver que puesto en la balanza, una vida llena de torturas para anteponerse a la muerte no valía la pena.

La dignidad la había perdido en el momento en el que, a pesar de las heridas, buscaba un poco de aprecio, rogando por unas migajas de atención.

Irracional por que a pesar de todo, tenía esperanza.

Esperanza de despertar un día y saber que no habría más golpes y lesiones, que los insultos desaparecerían y su trabajo apreciado, esperanza de ser amado.

Pero se estaba cansando, y cubrir su cuerpo de vendajes parecía no valer la pena.

Se fue a la cama dejando su cuerpo tal como estaba.

A la mañana siguiente despertó envuelto en vendajes pintados de patrones rojos que emulaban flores, con una bandeja de comida a un lado y una sombra que escapaba sigilosa bajo el marco de la puerta.

Las cosas no cambiarían, la esperanza no le permitía comprenderlo. 




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