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-En el principio era la nada- Dijo acercando su mano para encontrarse sobre la ajena, dejándola descansar sobre la misma, sentados uno al lado del otro, interrumpiendo una discusión que buscaba especificar los requerimientos y funciones de un nuevo proyecto.

Desde el primer instante no prestó atención ¿Para qué seguir fingiendo? Estaba distraído, recordando momentos anteriores a esos. A ellos.

Aceptar sus propios sentimientos para con el ente fue lo más fácil, no por ello sencillo.

Que su jefe aceptara sus sentimientos fue mucho más complejo, era tímido si, pero por encima de eso era un genio y tenía agallas. (No cualquiera trabajaría con la maldad encarnada) No iba a llenarlo de acosos y contacto forzado, tampoco estaba dispuesto a soportar sus rechazos como hacía Demencia. Era un genio, y la forma más efectiva y prolífera para obtener su aceptación la encontraría.

Finalmente convencerlo de que él, Black Hat, tenía algo con lo qué corresponderle (¿Cómo explicarle el color a alguien que jamás ha podido ver?) fue la tarea más ardua y titánica a la que se ha enfrentado. Ni construir desde cero un avión con un popote y un palito de paleta se acercaría si quiera a la maestría que requirió tremenda hazaña.

Recordó palabras, susurros, frases que le provocaban risa, vergüenza. Que le helaban el corazón o le provocaban el calor más placentero que podía recordar.

Removió el guante gris, elegante, y contempló apenas un segundo la mano desnuda para devolverla a la mesa, boca arriba. Se quitó el propio.
Recordó besos y caricias, molestias, decepciones y peleas. Mordidas.
Jugaba con la mano ajena, acariciando el dorso, moviendo los dedos entre los suyos

-Y cuando ya no era nada...- Entrelazó sus manos en un suave movimiento, levantándolas un poco, afianzando el agarre. Presumiendo al otro lo que estaba haciendo, dando un apretón, regocijándose del simple hecho de poder hacerlo -...era todo-

Le dedicó una sonrisa, invisible por la bolsa de papel que le cubría la cara.

Black Hat lo miró con una expresión desencajada, que duró exactamente dos segundos. Bajó la vista recomponiendo su mirar seguro y demandante, concentrándose de nuevo en el papel con notas olvidado hace unos momentos.

-¿De qué mierda estás hablando?- Preguntó sin esperar respuesta para en seguida volver al trabajo, sin soltarle la mano.

Tabla Básica PaperHatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora