Espejo*

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Los espejos han sido considerados objetos mágicos desde la antigüedad, objetos místicos que podían abrir portales a nuevas dimensiones.

Para él tenían un significado más terrenal, una ventana de oportunidad para saciar uno de los instintos más básicos de su cuerpo humano.

Una forma de llamarlo era sufrir. De Ipsofilia.

Aparentemente, las llamadas parafilias eran enfermedades, desviaciones atípicas en la forma de una persona para obtener placer sexual.
A él no le importaba, no encontraba ningún problema con ellas y, mientras no involucraran perturbar en ese sentido la inocencia de los niños con los que ni el propio demonio se metería, le resultaban extraños pero aceptables.

Miraba su imagen en los inmensos cuadros que él mismo pintaba y un calor sumamente placentero le recorría el cuerpo.
Acariciaba su propio cuerpo, y sus manos cobrando vida propia avanzaban hasta zonas más sensibles.

A diferencia de lo que se pensaba, no afectaba la relación con su pareja.

El sexo era excelente. Aún cuando no necesitaba de alguien más para saciar sus necesidades, le proporcionaba una perspectiva diferente de sí.

Le encantaba ver lo que era capaz de hacer, la fuerza de sus agarres en ese cuerpo tan diferente al suyo, su lengua paseándose en la carne, sus manos bajando, moviéndose adelante y atrás, ofreciendo alivio a la necesitada erección.
Solía ponerlo boca abajo en el borde de la cama o boca arriba con la cabeza colgando.
Concentrado en su cuerpo, veía atento a cada uno de sus movimientos, apreciando el placer que sentía marcando el ritmo del vaivén.

También apreciarse a si mismo disfrutando del acto era increíblemente placentero, siendo acariciado por unas manos más pequeñas, su pecho recorrido con seguridad, las sensaciones que su cuerpo le regalaba con cada movimiento, encontrarse atado o cabalgando el miembro de aquella persona a la que amaba, aún pudiendo enfocarse en él sin atisbo de remordimiento, pues Flug disfrutaba a su vez de verlo obtener el clímax que tanto buscaba.

Su cara de placer reflejada en un enorme espejo de pared, viéndose gozar, observándose, escuchando sus gemidos y gruñidos, grabándose sus propias expresiones en la mente.

Lo volvía loco.



Chicos, mañana 17, osease en aproximadamente una hora, me mandan los resultados sobre la universidad. Estoy nerviosa aún cuando desde hace más de dos meses me valío 18 hectáreas de veigar, a pesar de que es seguro que al menos una escuela me asignarán, pero espero sea en una de las carreras que quiero.

La ipsofilia es el gusto por uno misma, hasta tal extremo que es lo único necesario para disfrutar de una vida sexual plena y totalmente placentera. Las personas disfrutan con su propia imagen en el espejo, con tocarse a sí mismas, alcanzando el orgasmo y llegando a excitarse con la visión única de su cuerpo y su cara. Hay que diferenciar entre la ipsofilia y la masturbación

En el primer caso la persona no necesita nada más para excitarse,simplemente es capaz de llegar a un orgasmo de una intensidad muy grande excitándose a sí misma como si de una pareja enamorada se tratara pero con la única participación de ella misma. En la masturbación sin embargo, la excitación proviene generalmente de algo externo como las fantasías sexuales, imagen de la pareja, consumo pornográfico, etc.  


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