XI

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Eloise estaba delante de su viejo escritorio, las piernas ya lo entraban por debajo  así que tenía que doblarlas de una forma muy incómoda, además debía inclinarse demasiado para poder trabajar en sus tareas, tenía sueño, se había sacado todo el maquillaje y llevaba su larga cabellera rubia sujeta sobre la cabeza, las manos le temblaban ligeramente mientras hacía largos trazos en el papel, había escuchado la puerta principal abrirse y cerrarse, sabía quien era y esperaba que estuviera lo suficientemente borracho para no poder subir las escaleras.

-¿Nadie se preocupa por hacer la comida en esta casa? -gruñó una patosa voz poco después.

Se apresuró a levantarse, asomó la cabeza en la habitación contigua y vio a su madre dormida con la televisión parpadeando delante de ella, así que ella tendría que encargarse, bajó rápidamente y fue a la cocina, no había mucho de dónde elegir así que se apresuró a sacar las últimas salchichas de un paquete, unos bollos y otros pocos ingredientes, preparó dos perritos calientes y sirvió un vaso grande de soda de limón, lo llevó a la sala donde su padre estaba recostado en el sofá, olía a varios licores y vio una caja de naipes saliendo de su bolsillo.

-Lamento la demora.

El gruñó algo que no alcanzó a entender y un momento después la tomó con demasiada fuerza por el brazo, ella apretó los labios para evitar cualquier sonido.

-¿Dónde estuviste anoche?

-Haciendo tarea -respondió entre dientes.

-Más te valdría, si pierdes la beca de la universidad no te daré ni un centavo -le dio un tirón que casi la hace caer y luego la soltó.- Fuera de mi vista.

Aguantó hasta que volvió a su habitación para quejarse del dolor, se vio el brazo y estaba segura que le dejaría marcas por un par de días, unos pasos ligeros llegaron a su puerta y vio a su fragil madre con su habitual expresión de tristeza en el rostro.

-¿Está...?

-No parece muy borracho, pero apesta a alcohol -respondió apartando la mirada.- ¿Hasta cuánto tendremos que aguantar esto?

-Se siente culpable, ya se le pasará.

Elo pensó que después de ocho años la culpabilidad debió haber pasado pero como siempre se limitó a asentir, su madre volvió a su habitación y ella se quedó ahí, sobre su cama un largo rato sin hacer nada, esperando a que el nudo en su garganta desapareciera y esperando que su padre no fuera más allá este día, después de un rato miró la pared detrás de ella, entre las fotos que tenía pegadas ahí fijó la vista en una instantanea donde estaba ella con un diminuto bultito azul en los brazos, apretó los labios de nuevo.

Ojalá las cosas hubieran sido diferentes.

Luego volvió a concentrarse en sus tareas.




-Lamento no poder escuchar esa nueva canción, pero prometo ir a visitarte pronto después de la escuela, ¿qué dices? podemos ir por helado.

-¿Solo tu y yo?

-Claro que sí -pasé mi mano por el cabello despeinado de Víctor.- Cita de comida y música.

Él asintió con energía que pareció apagarse cuando Jamie le puso una mano en el hombro y se colocó a su lado.

-¿Yo también puede tener una cita con usted, señorita Johnson?

-Por supuesto, pero Víctor tiene prioridad -le guiñé.- ¿Qué tienes en mente?

Jamie miró sobre su hombro, en la puerta nuestras familias se despedían y al mismo tiempo acordaban reunirse a cenar pronto.

Truly love | Dakota y JamieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora