Maratón 2/3
Entro en la habitación. Mis pómulos arden. Esto ha sido… ¿demasiado? No sé exactamente si puedo describirlo de esa manera, pero me siento de tal forma, exhausto.
¿Ella tendrá alguna idea cuan jodido estoy?
Entra a la habitación con expresión sensible. Como si le gustara verme cabreado y ardiendo en celos. ¿Pero quién entiende a las mujeres? Disfrutan viendo a los hombres en etapas que ni siquiera nosotros podemos entender.
- ¿Cómo te ha ido? – me pregunta. Su dulce voz me hace estremecer. Sí… exactamente ahí, de pies a cabeza, pasando por el punto más débil de todo mi cuerpo.
No respondo y me quito la camiseta, dejándola tendida sobre la cama. Tomo asiento en el borde de esta y procedo a quitarme las converse.
__________ se queda callada, no puedo mirarla, pero me la imagino frunciendo el ceño.
- Gracias por preguntar, a mí me ha ido bien. – continúa hablando. Puedo sentir el movimiento de la cama cuando ella sube y camina de rodillas hasta el otro extremo, donde yo me encuentro. Oh, joder, no hagas esto ___________.
Desisto. Vamos, tengo que ser más fuerte que esto. Me inclino y me quito las converse ferozmente. Con dureza. Tratando de reprimir todo el deseo que tengo por olvidarme de todo el problema anterior, tumbarla y hacerle el amor desenfrenadamente.
- Te extrañé… - conozco ese tono de voz, ha sido con sinceridad. Y eso no hace más que darme fuertes ganas interiores de acabar con toda esta mierda. Hasta se me ha olvidado…¿por qué estoy enfado con ella? – enserio. – vuelve a decirme. Puedo sentir su voz aún más cerca, no por favor… se está acercando.
- No lo parecía. – logro decir. Me pongo de pie antes de que ella proceda a tocarme y entonces toda la molestia se me vaya. Oh sí, estoy muy orgulloso de mí.
La escucho refunfuñar atrás de mí. El reflejo me indica que ha cruzado los brazos. No __________, no caeré tan rápido esta vez.
- ¿Enserio? – me dice con un tono desafiante. Me volteo. Me está mirando. Tiene las mejillas rojas. ¿Será por Travis?
- ¿Parece que bromeo?
- Es que no lo entiendo…¿qué tengo que hacer para demostrarte que solo tú me importas?
Trago saliva y endurezco la mandíbula.
- ¿Qué estaban haciendo? – pregunto. Mi pregunta la deja con la boca abierta, tal vez sintiéndose ofendida. Pero no retrocedo, realmente quiero saberlo.
- Hablábamos. – enarca una ceja.
- No soy idiota. – le digo irritado.
- Te comportas como tal.
La miro frustrado. Mis manos empiezan a sudar. Me siento estúpidamente jodido. Un idiota celoso. _________ me saca de quicio.
- Estabas muy nerviosa, sé cómo y cuáles son las razones que te hacen poner en ese estado. Te conozco __________, a ti, tus actitudes, tu cuerpo entero.
Cada precioso centímetro. Cada uno. Que he recorrido gustoso.
__________ traga saliva. ¿Eso significa tal vez que he descubierto algo?
- Solo hablábamos, ya sabes cómo es Travis… tal vez se le pasó la mano un poco.
- ¿Se le pasó la mano? – enarco una ceja. Mi mirada oscurece. Celos aún más grandes se abren por todo mi cuerpo. Solo tengo pensamientos para una cosa. Quiero golpearlo. Mucho.
- Quiero decir… a veces dice cosas que no quiere decir.
- ¿Qué te dijo? – le pregunto apretando los puños sin darme cuenta. ___________ baja la mirada hacia ellos, puedo notar su rostro empalidecer.
- Nada. De verdad. Solo me dijo que estaría unos días aquí, eso fue todo.
- Te pregunto algo…¿de verdad luzco tan idiota como para creerme eso? – mi tono de voz pasa de duro a enojado. Una mezcla de ambos. La miro completamente cabreado.
__________ entreabre los labios. Pestañea un par de veces rápidamente y frunce el ceño.
- Eres imposible.
- Me lo han dicho antes.
- Qué bueno que lo tengas claro.
- Sí, y mucho.
Frunce el ceño una vez más y endurece la mirada. Sé lo mucho que debe estar odiándome. Terminar de recorrer la cama con las rodillas y se sienta sobre el filo. No sabe que decirme, su rostro está pensativo, tiene una respuesta inteligente que darme, como casi siempre.
Levanta el rostro. Nuestras miradas se encuentran. Aun así, la encuentro condenadamente sexy. Tiene el cabello desarreglado, despeinada, me hace recordar a cuando le hago el amor y amanece de esa manera… me estremezco, el pensamiento hace que algo se forme en mis pantalones. Estamos peleando, pero no dejo de tener ganas de hundirme en su cuerpo.
Desvío la mirada.
- ¿Por qué haces esto? – me pregunta. Su voz es cálida. ¿No está molesta?
- Simplemente necesito recordarle al mundo que eres mía.
Esboza una sonrisa casi imperceptible. Es pequeña, pero puedo sentir que coloca el ambiente menos tenso.
- ¿Soy tuya? – enarca una ceja.
Mía, preciosa, solo mía.
Me quedo callado, quiero que ella lo diga, lo grite… que es mía. Desabrocho mis pantalones, puedo observarla mirando mis caderas… de acuerdo, esto me pone muchísimo. Cuando termino de hacerlo, me volteo y abro la puerta del baño de la habitación.
__________ se queda sobre el borde de la cama, confundida.
- ¿Tomaras una ducha? – me dice. Logro entender el mensaje. Quiere tomar una ducha conmigo. Bienvenidas seas, pero no hoy, hoy me toca hacerte sufrir al menos un poco. Siéntelo nena.
- Sí. – le afirmo. Camino hacia adentro del pequeño cuarto de baño y mis pantalones caen un poco más, debajo de mis caderas, dejando ver la etiqueta del bóxer.
Nos miramos. Mis músculos se tensan. Cuanto te deseo ___________. No tienes idea cuanto me provocaría ducharme contigo. Mi boca se seca. Vamos, sé fuerte, solo esta vez.
Cuando siento que mi respiración empieza a agitarse, decido cerrar la puerta del baño casi en sus narices. Lo sé, me desea, dentro de ella, justo ahora, puedo sentirlo aunque ambos estamos separados por una puerta de madera. Siento su anhelo en mi erección. Es fuerte.
- ¿Es enserio? – me pregunta pegada a la puerta. Su voz es suplicante.
- Quiero tomar una ducha solo. – miento. Abro el grifo de la ducha y dejo caer el agua. Sonrío en mi interior y exteriormente también lo estoy haciendo. Sí, se siente muy bien. Necesito al menos una disculpa de su parte. ¿Siempre tengo que ser yo quién pida perdón? No esta vez. Entonces, tengo la sensación de que esta será una noche muy larga.