La princesa desterrada

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Tras vivir durante toda mi vida en Freljord, me han desterrado del palacio cruelmente, por impetuosidad y rebeldía ante los altos mandos. Desolada y fría como la mismísima nieve, vago sin rumbo en busca de un lugar dónde poder al menos, vivir sin remordimientos. En lo más profundo de mi helado corazón sé que nunca tuve un verdadero hogar, ni siquiera gente a la que apreciar y querer proteger... Nunca había experimentado nada parecido

Perdida en mis pensamientos, tras semanas de largas caminatas sin rumbo, su inconsciente la había llevado a Jonia, la ciudad conocida por su belleza y armonía entre las personas que vivían en ella. Afortunadamente, no era la primera vez que pisaba esa ciudad, pues hace unos años, se vio obligada a realizar un viaje de negocios con destino a Jonia. En su breve estancia, conoció al que ahora es un viejo amigo, Shen. Aunque hacía bastante tiempo que no se comunicaban entre sí, su vínculo no se debilitó.

Tras explicarle a los guardias que custodiaban la entrada a la ciudad que era una supuesta viajera, le cedieron el paso. Una vez en la ciudad, estaba perdida, aun cuando recordaba algunas calles, no reconocía a nadie, y mucho menos sabía por dónde empezar.

Creo recordar el santuario donde en aquella época, Shen habitaba junto a su viejo padre. El santuario estaba bastante alejado de lo que viene a ser el centro de la ciudad, por lo que tuve que recorrer un estrecho camino hacia dicho lugar. Pasó por mi mente, de manera veloz y repentina, la posibilidad de que Shen ya no siga en Jonia. Eso me entristeció.

Durante todo el camino me mantuve en silencio, concentrada en el camino. Finalmente, tras un tiempo caminando, llegué al santuario; mis piernas se sentían exhaustas al igual que todo mi cuerpo. Por suerte pude divisar a lo lejos a Shen, que estaba meditando tranquilamente bajo la sombra de un delicado y hermoso cerezo. La amena brisa rozaba mi pelo haciendo que este se moviera suavemente. Shen se percató de mi presencia, y al no recibir una reacción clara por parte de él, era obvio que no estaba seguro de si sus ojos le eran fieles.- Me alegro de verte.- a duras penas conseguía permanecer en pie. Tropezando por el camino y temblando, como si no estuviera sobria, caí al suelo.-Hmph.- Shen me sostenía por la cintura, sin intención de soltarme.

-Sea cual sea ese problema no deberíamos de estar aquí fuera, acompáñame, te llevaré dentro-dijo Shen, consciente del lamentable estado en el que me encontraba.

Una vez dentro, me percaté de mi desoladora situación. Y es que no había una palabra más adecuada para describirla; lamentable. Tanto mi estado físico y mental, como mi situación, eran lamentables. Días sin comer, empiezo tener alucinaciones, deplorable. Todo lo que soy y lo que fui, dónde nací y cómo me crié, desaparecen, se desvanecen junto a mis esperanzas. Es en los momentos difíciles que comprendes a las personas que preferían estar muertas a seguir en este mundo de pura miseria. Entonces, por mucho sufrimiento que contengas, entiendes que todo el mundo debería vivirlo para apreciar lo frágiles que pueden llegar a ser. Las burbujas en las que vivimos pueden ser un arma de doble filo; te dan felicidad, sin embargo debes tener cuidado de que la punzante realidad no te la explote, por que podrías caer en un abismo, en el cual te hace ver la cruda y por dolorosa que sea, verdad. Mi existencia pende de un finísimo hilo, dónde mi fuerza de voluntad se debate entre desistir, o continuar.

Shen llega con mi salvación. (Comida)

No habla, no dice nada, simplemente me observa comer. Vuelvo a recordar porqué simpaticé con él, básicamente, no hace preguntas. Nunca espera nada de los demás, nunca cuenta con los demás. Y eso, por paradójico que pueda sonar, me transmite confianza.

La flecha sombría [Zed x Ashe]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora