22. Gules red

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Yuri giró en su silla, recién terminaba la tarea y estaba tan cansado que si veía el reloj se sentiría aún más cansado. Llevaba un año con Otabek como novio a distancia, era complicado, mucho, pero hacía su mejor esfuerzo para no desesperarse y exigirle que llevará su trasero a Japón para que hablara con sus padres. No, no era buena idea hacer eso, ya tenía bastante trabajo como para que lo presionara demás. Por otro lado, no era un novio obsesivo, al menos no era una persona obsesiva así que tampoco se volvería asfixiante, ahuyentaría a Beka si se portaba así, seguro.

Cerró su carpeta y caminó a la cama arrastrando los pies, si dormía ahora podría descansar tres horas antes de ir a clases...extrañaba sus vacaciones en Milán donde pudo dormir tanto como quiso.
Incapaz de moverse para meterse bajo las cobijas, cerró los ojos y comenzó a arrullarse casi quedando dormido. De pronto su celular comenzó a vibrar y sonar, anunciando una llamada.

Se quejó audiblemente y estiro una mano para alcanzar el móvil, ¿qué podía ser tan importante para llamar a las tres de la mañana?
Deslizó el dedo por la pantalla sin molestarse en ver el nombre, sólo quería dormir.

— ¿Aló?

—Te creí durmiendo.

Abrió los ojos de golpe y se enderezó, enredándose con sus cobijas de forma cómica, luchando por no caer al piso, agradecía que nadie viera lo que le estaba pasando por escuchar una simple frase.

—No, termino tarea.

—Ah, te dejo hacerla.

—No, no, no, no cuelgues —se quiso golpear por lo necesitado que se había escuchado en esa simple frase—. ¿Cómo estás?

—Herido —soltó una risita y al no escuchar la de Yuri se detuvo—, no es nada grave, la doctora me dijo que ni siquiera quedara cicatriz.

—La cicatriz es lo de menos, Otabek, ¿estás seguro que no es grave?

—Muy seguro, solo fue un rasguño, aún estoy entero.

—Preferiría que te mantuvieras así.

—Lo intento, llegar sin incompleto contigo no es la idea.

Yuri suspiró audiblemente y cerró los ojos, enredándose más en las cobijas por las vueltas que daba en la cama.

—Concéntrate en volver y con eso soy feliz.

—Te escuchas triste, Yuri, ¿está todo bien?

Se talló un ojo y frunció levemente el ceño, pasándose una mano por el rostro.

—Quiero verte, pero sé que debo esperar, también me muero de preocupación cuando no contestas pronto.

—Lo lamento, gatito, hago lo que puedo con lo que tengo —suspiró también, cansado—. Pero mi palabra sigue firme, en cuanto pueda hablar con tus padres lo haré, no voy a dejarte ir.

Sonrió y soltó una risita, sus mejillas se sentían calientes como cada vez que mencionaba eso.

—Espero que no te arrepientas, ya me resigne a la idea de estar contigo por muchos años.

— ¿Muchos? —se rió muy bajito—, querrás decir todos, Yura.

—Eso suena a carga y lo estaba evitando.

—Nunca serias una carga...a menos que te conviertas en saco de papas.

Volvió a reír y cubrió su boca, escondiéndose.

—No me gustaría ser un saco de papas, siempre están llenos de tierra y huelen raro.

—Tú no podrías oler mal aunque fueras un saco de cebollas, gatito.

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