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Un mes.

Un maldito mes entero desde que siento la mirada de mi compañero de curso clavada en mi nuca. Sensación algo inquietante, por cierto.
Curiosamente, el dueño de esta mirada, es quien se sienta mi derecha; un peliblanco que, aparentemente, no tiene la necesidad de socializar con otros. Conclusión que yo misma saqué, debido a que ni habla en clases —o si lo hace, es para vacilar a perras de mi salón que están detrás de él—. Sinceramente, no entiendo como pueden estar interesadas en un tipo que no es capaz de mantener una conversación sin limitarse a monosílabos. Tampoco destacaba en nada... a excepción de sus notas, claro, él por lo menos era una persona de inteligencia. Sin embargo, tampoco es como si le diera muchas vueltas al asunto, al fin y al cabo perseguían a la primer cara bonita que se les cruzaba en el camino. Y bueno, allá ellas con sus vidas, no es mi problema.

Mi cara característica de odiar al mundo, se esfumaba cuando el timbre de descanso sonaba por toda la escuela. Mi rutina siempre era escuchar el timbre, bajar las abundantes escaleras y encontrarme con Seokjin en la cafetería. La única persona a la que quería en todo el instituto y con la que me sentía libre de expresar todo mi afecto.

*

Le comenté que sentía como aquél chico peliblanco me observara la mayoría de tiempo, a lo que se lo tomó bastante bien y simplemente denotaba curiosidad.

—¿Segura que no sabes quién es? —insistió como por decima vez.

—Ya te lo he dicho miles de veces, Jin—De repente la idea de pararme de allí e irme a comer mi comida a otro lugar sin compañía, no sonaba tan mal—. No, no lo sé. ¿Es alguien importante quizá? No parece ser.

No tengo idea de quien sea él, pero no tiene pinta de ser una persona de importancia.

—...Es Min Yoongi —finalmente se dignó a contarme—, tiene... una clase de... ¿respeto? —dijo esto último haciendo comillas con los dedos— aquí por tener fama de chico malo —rodó los ojos, tratando de quitarle importancia, pero aún así lo notaba inseguro al contarlo—, ya sabes, de esos a los que a ti ni a mí nos agradan. —sentenció encogiéndose de hombros.

—Ya...—Me chocó un poco la actuación forzada de mi amigo, pero si a él parecía, o al menos aparentaba, no preocuparle, a mí menos—. No aparenta nada —quedé pensativa un momento, no podía ver al peliblanco en una situación de chico rudo o una estupidez así—. Tiene cara de niña. —dije con seriedad e insconcientemente. Hablé con sinceridad; realmente tenía rasgos delicados y femeninos, pero el castaño comenzó a reírse, provocándome una sonrisa.

Jin dejó de reír y no tardé en darme cuenta de que en la cafetería se instaló un silencio.
Todos, incluyendo a el castaño sentado frente a mí, giraron a ver algo que, por lo visto, estaba detrás de mí.

¿Profesor de biología? No entrego los trabajos y... tampoco tengo la intención de hacerlo. Que fuera él, era lo que menos deseaba en ese momento. Mis padres son algo... estrictos, y no soportarían un "mal comportamiento" de su hija.

Ligeramente giré mi rostro y torso con desconfianza, sin embargo, mi expresión se relajó al ver de quién se trataba. —Ah, eres solamente tú. —Resultó ser el chico del que estábamos hablando con Jin segundos atrás. Agradable coincidencia.

—¿Así que "solamente yo"? —elevó la comisura de su labio izquierdo. Uhm, sonrisa ladina.

Me levanté del asiento para responder con naturalidad —Sí, solamente tú. —hice una pausa y al ver que no dijo nada, proseguí—. ¿Te ofreces algo?

—¿Acaso sabes quién soy? —preguntó con aires de altanería, o así se vio.

...Si soy honesta, ni recordaba su nombre ya.

—¿Eres alguien a quien debería conocer? —pregunté con el mismo tono. Pareció molestarse, avanzó un paso a mí de forma amenazante, sin dejar de conectar sus ojos con los míos. Consiguió que Jin se levantara de la mesa, posicionándose en medio de los dos y colocando la palma de mano abierta en frente del peliblanco en señal de que pare.

Imité su sonrisa ladina clavando aún más mis pies al suelo. Pues si quería hacer que retrocediera, no lo consiguió.
No podía explicar el porqué el ambiente esté tan pesado.

—Calma, amigo. Sí te conozco, eres el que se sienta a mi lado, ¿verdad? —Claro que lo sabía, pero quería hacerle saber de una cosa más,  sacando el tema de aquí—. No me has quitado la vista desde hace un mes, ¿qué pasa, tan irresistible soy?

No pareció haber reacción alguna en su expresión neutra y sin vida, abrió la boca para hablar pero fue interrumpido por Jin, quien ahora se encontraba a mi lado. —No sé que problemas tengas con Jihee, pero, ¿se puede saber a qué viene el acoso?

El peliblanco rió tenuemente, incrédulo. —¿Acoso? —luego de que su risa irónica terminó, continuó—.  Me pareció... —una vez recuperó la compostura y volvió sus ojos a unos felinos y terriblemente oscuros, miró a Jin— curioso como se defendió aquella vez, eso es todo. Quería probar como era. —guardó sus manos en los bolsillos de su campera —prohibida en el ámbito escolar, por cierto— y se fue caminando como si nada.

El castaño y yo, lo miramos expectante mientras se alejaba, hasta que el sonido de toda la muchedumbre hablando se hizo presente, así que volví a sentarme dando un suspiro, seguida de Jin.

—¿A qué se refería con cómo te defendiste aquella vez?

—Intuyo que habla de la vez en la que les dije unas cuantas verdades a un grupo de estúpidas que se creían graciosas molestando a unas chicas de cursos inferiores en los baños.

—Ya —asintió, para nada sorprendido—. Las... "estúpidas" son de tu mismo curso, ¿no?

Asentí. —No te imaginas lo... bueno, idiotas, que pueden llegar a ser —me sinceré, negando con la cabeza—. Aún  recuerdo como una se iba expulsando humo por las orejas por lo que le dije, y gracias a la altura de sus exagerados tacones, casi se traga el cemento. —Agradezco a su precioso calzado, porque sin él no hubiese presenciado tal hermosa escena. Jin soltó una risa nasal, algo... rara, pero bueno.

Nuestra conversación finalizó pero  quedaba disfrutar los pocos minutos de receso que nos quedaba.

—Jihee. —llamó mi nombre rompiendo el cómodo y agradable ambiente que se formaba en nosotros cada vez que nos quedábamos en silencio.
Distraída viendo a las demás personas que caminaban, giré mi cabeza a su dirección.

—¿Qué pasa? —respondí dando un sorbo al batido que compré aquí.

—Ten cuidado con los chicos —Bueno, y aquí va a otra vez—, sabes que eres solo mía. —bromeó

—¿Quién es el acosador aquí? —contesté jugando, obviando mi típica charla de que las personas no son objetos pertenecientes de otros.

A pesar de tomarme esas clases de bromas a bien, en el fondo, me molestaban.

Porque me confundía.

No sabía cuando hablaba en serio y mi sensación en el estómago cuando las hacía me resultaba molesto.

Desde que éramos más o menos unos fetos, Seokjin y yo, estamos unidos. No literalmente. Nuestras madres eran amigas y nosotros nos conocimos por ellas.
Como eramos tan solo niños, no pensábamos mucho en cuanto formar una amistad, y al transcurrir el tiempo, ya nos podíamos considerar mejores amigos.
Es un lazo muy bonito y agradable, aunque cueste demostrarlo.

YOUR LIPS - MIN YOONGIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora